La coyuntura económica del país y los vaivenes políticos para buscar una fórmula que saque a la Argentina del nocivo círculo vicioso de gastar más de lo que produce y atender el déficit mediante la inflación y el endeudamiento externo, plantea un debate permanente. Sobran críticos y pronosticadores apocalípticos, pero faltan aportes sensatos que orienten la salida hacia el crecimiento.


En esta instancia de buscar recursos genuinos se deben aprovechar las exportaciones como factor de desarrollo, siempre que no se incluyan impuestos distorsivos, y a la vez se mantenga una política de promoción comercial de manera de estimular la creatividad y la eficiencia empresarial para disponer de una oferta competitiva.


En este contexto nuestra Cancillería puede jugar un papel fundamental para impulsar el crecimiento trabajando en conjunto con otras áreas de gobierno inherentes a la producción y la economía a fin de impulsar una estrategia que apunte a lograr un 25% del Producto Bruto Interno (PBI) captando divisas.


Si bien hubo numerosos intentos de consolidar los mercados tradicionales y buscar otros para nuestras exportaciones, nunca se pudo establecer una política de Estado, que además de profundizar la integración regional, alcance acuerdos efectivos con otras regiones del mundo. Lograr acuerdos con la Unión Europea y con bloques emergentes como el Sudeste Asiático, además de China, son temas pendientes.


El actual Gobierno nacional giró la vista hacia el ambicioso pacto comercial Asia-Pacífico, pero no avanzó para sumarse de manera efectiva al grupo de once naciones firmantes, luego de que Estados Unidos se retirara del entendimiento de comercio internacional transpacífico considerado como el más ambicioso del mundo.


Hasta ahora nuestro desarrollo está ligado a la integración económica regional a través del Mercosur, junto a Brasil, Uruguay y Paraguay. Diferentes gobiernos argentinos y brasileños han implementado políticas con variantes basadas en problemas que desequilibran la balanza comercial pero ninguna para sostenerse como estrategia frente a otras regiones.


En la actual encrucijada económica la Cancillería puede jugar un papel importante, más allá del tradicional de la diplomacia en las relaciones exteriores. Este ministerio debe ser una punta de lanza para el crecimiento de nuestras exportaciones como política de Estado.