El uso que los menores les dan a las redes sociales es un tema que siempre ha generado polémica debido a que mientras algunos sostienen que estos recursos son beneficiosos para los distintos grupos etarios, hay otros que las ven como elementos negativos que conllevan a la malformación y a hábitos poco convenientes para niños y adolescentes. Durante el actual período de pandemia el uso de las redes sociales se potenció de tal forma que prácticamente todos los niños mayores de 10 años, en promedio, las utilizan con distintos objetivos, a pesar de que la mayoría de los expertos recomiendan que es entre los 13 y 14 años cuando se debe iniciar esta práctica, siempre supervisada por los mayores.
Las clases virtuales a distancia han sido para muchos la excusa ideal para justificar largas horas frente a las pantallas, de las cuales algunas estuvieron destinadas al aprendizaje, mientras que el resto fue aprovechado para navegar libremente por las redes sociales. Es en este punto en el que se recomienda que los chicos no deben contar con absoluta libertad para usar internet o interactuar por las redes sociales, ya que corren numerosos peligros a pesar de aparentar que están en un lugar seguro. Entre las recomendaciones que se están formulando se pide que las pantallas en casa o en centros educativos deben estar siempre en un lugar visible y controladas por los adultos.
Los menores deben acceder a las computadoras y dispositivos móviles con un usuario propio cuyo sistema operativo y navegador esté dotado con controles y restricciones de acceso, edición y contenido. También se recomienda crear una carpeta en la barra de marcadores del navegador con las páginas que pueden visitar para que estén muy accesible, y que se los acompañe siempre que tengan que realizar una búsqueda, insistiendo en que no hay que hablar con desconocidos.
Otra cosa que hay que enseñarles a estos chicos es que no deben compartir videos que puedan comprometerlos ahora o en el futuro, y vigilar bien los permisos que conceden a las aplicaciones y a no descargar apps potencialmente peligrosas.
Todo esto apunta a hacer que el uso de redes sociales no se convierta en un riesgo permanente para los menores, que muchas veces se ven influenciados por contenidos perversos que provocan desviaciones en su conducta y en su moral, como ocurre con la promoción de la violencia o de la pornografía que durante el año pasado, con el confinamiento experimentó, a nivel mundial, un aumento del 25% en su consumo, al ofrecerse, entre otros recursos, acceso gratuito. El control de los padres o de mayores responsables es lo único que puede desalentar este avance, por lo que hay que ejercerlo con decisión y mucha responsabilidad.
