Cada 20 de julio celebramos el Día Internacional del Amigo rodeándonos de personas que apreciamos y por las que estaríamos dispuestos a hacer grandes sacrificios. Todo esto comprendido bajo el extraño sentimiento de la amistad que une a las personas por sobre las diferencias que existen entre unas con otras.

Si bien los argentinos somos considerados como un pueblo amigable, en los últimos años nos hemos enfrentado a una serie de discrepancias originadas en el plano político, pero que se han hecho extensivas a otras áreas de la vida, colocándonos en una situación desagradable y a un paso de perder una de nuestras mayores virtudes como seres humanos o compatriotas.

La famosa "grieta", de la que tanto se ha escrito y se ha hablado, ha sido responsable de un sin número de situaciones que fueron alejando a los argentinos de un estado ideal en el que la amistad era el eje central convocante, en la mayoría de los casos, de las grandes causas nacionales. Ahora, esa amistad ha dado paso a la desconfianza, el temor, la especulación, la poca ganas de colaborar y por sobre todas las cosas la falta de solidaridad con el prójimo.

En la opinión de la mayoría de la gente, la amistad es uno de los valores más importantes para el ciudadano argentino, ya que históricamente ha hecho de ella un culto pocas veces visto en el mundo. Si no recordemos a los 10 amigos rosarios de los cuales 5 murieron el año pasado en Nueva York, Estados Unidos, en un atentado perpetrado en Manhattan. El grupo había decidido visitar esa capital con motivo de cumplir 30 años de amistad, lo que para muchos norteamericanos o pobladores de otras partes del mundo se trataba de una situación insólita. Pocas veces en esos lugares se exteriorizan sentimientos, costumbres o se llevan a la práctica muestras de amistad tan grandes como las nuestras.

Debemos restablecer este tipo de lazos de amistad que siempre nos caracterizaron, para recuperar nuestra identidad y continuar siendo los argentinos que siempre fuimos.

Para esto, no debemos olvidar que la amistad es uno de los bienes más valiosos que encontraremos en nuestras vidas. Para aceptar la amistad del otro, uno tiene que tener el alma grande, ser magnánimo y así poder corresponde al don que el otro ofrece. Decía Voltaire, la gente perversa sólo tiene cómplices, la gente interesada tiene socios, la gente política tiene partidarios, la gente de la realeza tiene cortesanos. Hay que aprender a vivir con amigos.

En síntesis, necesitamos que los argentinos seamos más unidos y que en este día del amigo seamos un poco más argentinos.