Cuando el cambio climático sigue su curso inexorablemente a una alteración impredecible y la reacción del mundo es lenta, más en tiempos de pandemia, merecen destacarse las iniciativas locales para producir energía limpia en plantas sustentables, al margen de las políticas nacionales. Es la iniciativa que llevan adelante las provincias de Jujuy y Río Negro para instalar una planta híbrida de energía termosolar-fotovoltaica en la Puna.


La reconocida empresa tecnológica rionegrina Invap ya completó los estudios de prefactibilidad por su parte y el gobierno jujeño suma su esfuerzo económico para la instalación del modelo en un lugar prácticamente único para la plena generación termosolar, con grandes posibilidades de éxito para posicionarse en los mercados nacional e internacional en la oferta de energías limpias con procesos sustentables.


A diferencia de las plantas fotovoltaicas existentes en San Juan, que utilizan la radiación solar para transformarla en electricidad, este nuevo proyecto puneño suma la función térmica captando el calor del sol para calentar fluidos o generar electricidad mediante su almacenamiento, según las someras explicaciones difundidas por la prensa en oportunidad de firmarse el acuerdo marco de colaboración por parte de los gobernadores Gerardo Morales y Arabela Carreras.


Esta asociación estratégica interprovincial ha coincidido con el llamado de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para apoyar a los países en desarrollo en sus despliegues de instalaciones de energías limpias, o no será posible limitar el cambio climático a nivel global. El organismo advierte que la inversión en energía verde lleva varios años cayendo en los países emergentes y en vías de desarrollo, ahora con mayor incidencia por la crisis sanitaria.


El informe de la AIE afirma que es necesario multiplicar por siete el presupuesto actual para la transformación de la matriz energética, llevándolo a los 150 mil millones de dólares anuales a más de un billón de dólares anuales en 2030, la única manera de poner al planeta en el camino de la neutralidad del carbono en 2050.


Es que no se trata de una carrera entre países, sino contra el tiempo, teniendo en cuenta que las naciones en desarrollo albergan a dos tercios de la población mundial generando el 90% de las emisiones contaminantes, pero sólo reciben el 20% de los fondos destinados a la emergía limpia. De allí la necesidad de la financiación internacional para las transiciones energéticas en las naciones en desarrollo.