En la reciente reunión del G7, el grupo de naciones más poderosas de la Tierra, el presidente de Francia anfitrión del cónclave, mostró sus dotes diplomáticos al lograr un probable acercamiento entre Estados Unidos e Irán para alcanzar un entendimiento que ponga fin a las tensiones en el Estrecho de Ormuz que pueden dar lugar a un choque armado con ofensiva nuclear.

Para el mandatario galo, Emmanuel Macron, están dadas las condiciones para establecer una reunión de los presidentes Donald Trump y Hasán Rohani que podría ser muy pronto, según adelantó a la prensa la semana pasada, en presencia de su colega norteamericano. Aclaró, no obstante, si las condiciones del encuentro son las adecuadas abriendo el paraguas por si se complican las buenas intenciones, ya que también estuvo en París el canciller iraní, una presencia inesperada.

Sentarse en esta mesa de negociaciones no es una tarea fácil, aún cuando pudiesen estar todos los socios del G7, como espera Macron, porque para firmar un nuevo acuerdo de paz se pide que la república islámica destruya sus armas nucleares y misiles balísticos, a fin de garantizar la seguridad en la zona de conflicto, a cambio de algunas compensaciones económicas.

De alguna manera parece recrearse la fórmula del fracasado acuerdo de 2015 sobre armas nucleares iraníes que Trump calificó de "ridículo” para justificar la salida de EEUU del pacto por la violación de Teherán al continuar enriqueciendo uranio con fines armamentistas, comprobándose que no se respetaban las condiciones establecidas. Es decir, la ayuda financiera, inversiones y un mejor acceso a los mercados prometidos a los iraníes.

Ante esta eventual reunión, Rohani exige a EEUU que elimine primero todas las sanciones contra Irán ya que la paz buscada está en manos de Washington, pero si fuese así tampoco podría garantizarse el encuentro porque los sectores más conservadores del gobierno de los ayatolás se oponen a cualquier nuevo diálogo. Además en este régimen teocrático la última palabra la tiene el líder supremo Ali Jameneí, que se negó a negociar con EEUU en numerosas ocasiones. Sólo la dura crisis económica lo puede hacer reflexionar.

En este contexto se debe destacar el voluntarismo diplomático y político de Macron para evitar que el Golfo Pérsico se transforme en un polvorín y hasta giró la agenda prioritaria del G7, al desastre del Amazonas, para canalizar la voluntad negociadora de EEUU. Otro tema difícil de encarar por el choque del mandatario francés con Jair Bolsonaro y el afecto que le tiene Trump al brasileño.