Finalmente el expresidente Joe Biden aceptó el jueves último la nominación a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata en las elecciones del 3 de noviembre próximo, cerrando las expectativas en torno a una compulsa electoral atípica que tendrá profundas repercusiones locales e internacionales. El desafío a Donald Trump podría terminar con la tradición de los dos mandatos consecutivos de sus antecesores; también marcar otros hechos sin precedentes como actos de campaña y votaciones virtuales por la pandemia, y consagrar al mayor político de la historia de 78 años.


Tampoco hubo tantos enfrentamientos entre republicanos y demócratas, con posiciones diametralmente opuestas y menos todavía que un exmandatario, como Barack Obama, haya roto un protocolo presidencial preservado durante décadas, para atacar abiertamente a Trump, a quien calificó como una amenaza para la democracia, según afirmó en la Convención Nacional Demócrata que nominó a Biden y a Kamala Harris, su compañera de fórmula.


Es que nunca hubo tantas diferencias como las que comenzaron al asumir Trump en 2016 con el propósito de revertir las principales políticas y el legado político de Obama. Así volvió a congelar la relación de EEUU con Cuba, se apartó del Acuerdo Climático de París, renunció al Tratado Comercial Transpacífico y abandonó el Acuerdo Nuclear con Irán. Ahora va por demoler la reforma del sistema de salud, entre otras herencias del obanismo rechazadas por el magnate inmobiliario.


Trump sigue apostando al miedo de la ciudadanía por el resurgimiento de la izquierda radical y Venezuela, en tanto Biden alerta por la amenaza existencial que implicaría un segundo mandato del republicano, que no sólo son convicciones políticas opuestas sino evitar el derrumbe del país como lo observan los críticos, los medios y la mayoría de la gente por la crisis sanitaria que deja 170.000 muertos y una economía paralizada con 10% de desempleo. Biden prometió, si es electo, iniciar su gestión con una estrategia contra el Covid-19, para calmar a la sociedad estadounidense.


Para los analistas Biden va primero en las encuestas, pero falta mucho para los comicios de noviembre y Trump es un hombre que sorprende con sus políticas desconcertantes a veces, pero útiles en sus propósitos hegemónicos, tanto internos como en los golpes de efecto mundial. Cualquiera sea el resultado electoral, el mundo sentirá las réplicas de este sismo democrático.