El presidente estadounidense Donald Trump ha presentado un Plan de Paz para Medio Oriente a los líderes israelíes Benjamín Netanyahu y Benny Gantz, que se enfrentarán en las elecciones legislativas del 2 de marzo venidero, con el pomposo calificativo de ser "el acuerdo del siglo" aunque las posibilidades de éxito parecen difíciles, o por lo menos muy lejanas. La propuesta de la Casa Blanca es aceptar la anexión israelí de parte de Cisjordania, incorporando las colonias judías, lo que dejaría a los palestinos menos del 50% del territorio, para lo que sería algún tipo de autogobierno.
Además, Jerusalén queda en manos israelíes, salvo algunos barrios de la periferia, sin dar lugar a la aspiración palestina de que Jerusalén Este sea la futura capital del Estado Palestino y, además, que el Valle del Jordán se convierta en la frontera oriental del Estado de Israel. Antes de que el acuerdo se anunciara oficialmente no hubo ningún adelanto de apoyos internacionales -fuera del entusiasmo israelí- y, por el contrario, amenaza con dinamitar todos los esfuerzos diplomáticos mundiales y las negociaciones que de ellos surgieron, como el Acuerdo de Oslo de 1995 en cuyo marco se creó la Autoridad Nacional Palestina.
El Gobierno palestino rompió con Trump en 2017, cuando EEUU reconoció a Jerusalén como capital israelí. Luego hubo el reconocimiento norteamericano a la anexión de los Altos de Golán, territorio en disputa con Siria desde que Israel lo ocupó en 1967, por lo que los líderes palestinos dejaron de reconoce a Washington como mediador en el conflicto. Con el nuevo acuerdo de paz, todo volvería a fojas cero en la tensa convivencia en Medio Oriente, menos con el proyecto de dos estados. Trump espera que el dinero calme a los palestinos por lo que ha instado a las poderosas petromonarquías del Golfo Pérsico para que inviertan entre 50.000 y 70.000 millones de dólares en grandes proyectos productivos en Gaza y zonas aledañas con fines de desarrollo.
Sin embargo, la billetera de Trump no parece ser bien recibida para atemperar los ánimos en la región más explosiva de la tierra. En el mismo momento en que el plan de paz se daba a conocer, la organización fundamentalista Estado Islámico (EI) anunció una nueva escalada de su yihad contra Israel y todos los judíos del mundo donde se encuentren. El autoproclamado "califato" que llegó a contar con siete millones de habitantes entre Siria e Irak y fue prácticamente aniquilado por fuerzas internacionales en marzo del año pasado, dice haberse rearmado para combatir a los judíos y "recuperar todo lo que robaron a los musulmanes", según dijo el líder terrorista Abu Ibrahim Hashemi al Qurachi en un audio difundido por Internet.
