Cuando los científicos comenzaron a alertar sobre el cambio climático, en la década de 1990, sus observaciones se basaron en el promedio anual de la temperatura global y en el aumento del nivel de los océanos, sin considerar que las personas no viven al mismo tiempo en todos los lugares del planeta. Tampoco la gente siente las temperaturas promedio, sino todo lo contrario, los extremos y sus impactos en calores, lluvias, o sequías sin precedentes en el lugar de residencia.


Ahora se llevan registrados 406 meses consecutivos en los que el mundo ha estado más caliente que la temperatura promedio del siglo XX y mucho mayor que los valores de la era preindustrial. Gracias a la tecnología, la mayor información y las complejas simulaciones en laboratorio, entre otros estudios, la ciencia ha comprobado las causas de los fenómenos extremos por haber alterado la actividad humana los factores naturales.


Robert Watson, científico de la NASA que presidió el grupo de expertos de la ONU sobre el cambio climático, sostiene que se minimizaron las predicciones, pero ahora se pueden entender mejor los eventos extremos como los huracanes y las sequías. También comprobar que la Antártida ha perdido casi 3 billones de toneladas de hielo desde 1992 y Groenlandia más de 5 billones de toneladas en igual período, por lo que se duplicaron los primeros cálculos sobre el aumento del nivel del mar para fines del siglo.


En Estados Unidos los economistas se han unido a la comunidad científica en sus pronósticos sobre el medio ambiente y William Nordhaus -premio Nobel 2018-, estima pérdidas enormes por la proyección del calentamiento. Precisamente a su país le costaría 4 billones de dólares anuales si no adopta medidas de contención a las que se resiste el presidente Donald Trump, según lo ha manifestado en la última cumbre del G20.


No obstante la negativa norteamericana, representantes de las naciones firmantes del acuerdo climático se han reunido en Polonia para analizar los últimos informes científicos y avanzar con mayor rigor contra las estimaciones climáticas que no contemplaron los problemas de salud pública y de seguridad global derivados del efecto invernadero.


Hay coincidencias en activar medidas mucho más drásticas de las resueltas por los gobiernos en París y se busca mayor compromiso de la actividad privada.