A pesar de las buenas perspectivas iniciales para la presente temporada, alentadas por la mejora de la cosecha de granos, el panorama del campo argentino se ha desdibujado en estas últimas semanas por una serie de factores externos y también por la realidad del país que sigue teniendo al sector en un estado de incertidumbre económico, propio de la incertidumbre política que genera las próximas elecciones presidenciales.


El Gobierno debe otorgar mayor previsibilidad a la política económica como clave para evitar que el campo argentino siga perdiendo terreno ante sus principales competidores de la Región, como son Brasil y EEUU. Se necesitan reglas claras en relación a la política fiscal, ya que cualquier suba de impuestos perjudica enormemente la actividad, como ha ocurrido con los últimos ajustes que han llevado a que los derechos de exportación ronden el 28% para el poroto de soja, mientras que para trigo y maíz alcanzaría el 10 %, según lo anunciado por el secretario de Agroindustria, Luís Etchevehere, quien consignó que el Gobierno no se sentía cómodo con el impuesto, pero lo mismo lo aplicó.


Esta incertidumbre se ve alentada por un escenario internacional que no ayuda, con el recrudecimiento de la guerra comercial entre EEUU y China y la expansión de la fiebre porcina en este último país, que ha hecho que China demande menos soja. Ante ésto EEUU activó mecanismos de protección a su producción, afectando a la Argentina. El problema está con los stocks por menores exportaciones de soja que en EEUU han pasado de 24,37 millones de tn a 27,09, un 127,27% arriba de los 11,92 millones de la temporada pasada. Con el maíz pasa algo parecido ya que EEUU prevé una cosecha récord de 381,78 millones de tn y Brasil de 100 millones de tn. En Argentina, para la campaña 2018/19 las expectativas de cosecha de maíz cayeron de 45 a 43 millones de toneladas. Mientras que para la soja se espera una cosecha de 50 millones de tn. El precio de la soja es otro problema, ya que en la víspera se registraron los valores más bajos de los últimos 11 años, y esto también provoca desequilibrios financieros.


La incertidumbre argentina se ve contrastada por la sólida política agraria de Brasil, que apunta a hacer que ese país se convierta en una potencia agrícola. La buena sintonía con el gobierno de Jair Bolsonaro se está traduciendo en buenos negocios y la incorporación de tecnología mejora los niveles de producción y así nuestro país se está quedando lejos de ser la góndola de alimentos del mundo, uno de los objetivos para esta etapa de gobierno.