La reciente tragedia de la que fue víctima un chico de 3 años al caer al Canal Benavídez, actualiza dolorosamente el serio peligro de los grandes cursos de agua para riego que atraviesan zonas urbanas con una sucesión de víctimas fatales y alta contaminación por la utilización como vertederos de basura de todo tipo. En algunas zonas se han colocado alambrados perimetrales como resguardo, pero nunca habrá una solución integral si no es mediante el soterramiento del sistema en lugares más conflictivos, como la zona entre Capital y Chimbas.


San Juan tiene una infraestructura de riego admirable para ampliar la frontera agrícola limitada por el suelo desértico y unos 2.000 kilómetros de canales están impermeabilizados para aportar agua a más de 100.000 hectáreas con derecho a riego. Lógicamente los principales conductores han quedado en medio de la expansión urbanística con los riesgos de suponer, tanto para los vecinos como para los regantes, limitados en la dotación por los taponamientos de toneladas de desechos arrojados desaprensivamente.


En ese aspecto el Canal Benavídez es emblemático en su recorrido de 13,5 kilómetros desde el partidor San Emiliano hasta calle Necochea, por la cantidad de accidentes incluyendo caída de vehículos, las víctimas señaladas y hasta la utilización como peligroso natatorio en verano. Es tal el cúmulo de problemas que los técnicos recomendaron un entubado similar al realizado en la avenida José Ignacio de la Roza con el beneficio de la ampliación de esa arteria troncal. Se suma la importancia de la calidad del agua destinada a los productores.


La obra de soterramiento se anunció oficialmente en octubre de 2017 para el recorrido señalado, con presupuesto financiado por la Nación, lo que exime de mayores comentarios al cancelarse numerosas obras con fondos federales por la caída de los recursos. El panorama económico actual no difiere mucho al de aquel momento, pero es necesario actualizar estos trabajos entre las prioridades de las obras públicas destinadas a la producción.


El Canal Benavídez cubre las necesidades de riego de cuatro departamentos y la crisis hídrica actual por la sequía requiere el total aprovechamiento del sistema conductor, algo que no se puede lograr con la cantidad de residuos y otros obstáculos en las aguas.