Las cumbres presidenciales de Estados Unidos y Rusia siempre han centrado la mirada del mundo porque de estas reuniones surgieron los entendimientos geopolíticos que hicieron historia en la paz del mundo, desde el acuerdo para terminar con la Guerra Fría que lograron Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, el último mandatario soviético, en 1985. Ahora no hay misiles atómicos apuntando de un lado y de otro, pero el deterioro en la relación de ambos países está en su peor momento cargada de tensiones diplomáticas.


Para Joe Biden esto debía arreglarse "cara a cara'' con Vladimir Putin y la reunión fue el miércoles último en Ginebra, Suiza, tal vez una cita más, sin avanzar en las medidas palabras de los presidentes en las conferencias de prensa separadas, sin destacarse progresos efectivos para bajar las tensiones. Por eso el texto de la declaración institucional acordada por ambos países tiene todas las características del léxico ambiguo de las cumbres anteriores.


Sin embargo Washington apuró la reunión frente a la escalada de sanciones y expulsiones de diplomáticos debido a las interferencias electorales del Kremlin en las elecciones estadounidenses, los ciberataques de los servicios de inteligencia atribuidos a Moscú, y la represión a los opositores en Rusia, caso del detenido Alexéi Navalny quien busca destronar a Putin, perpetuado en el poder y con una ley que le permite seguir como presidente hasta 2036.


A pesar de que el mandatario ruso calificó de "constructiva y sin hostilidad'' a la reunión, las tensiones fueron palpables, especialmente en los temas críticos, como el de la ciberseguridad, con duras advertencias de Biden y un detalle de 16 sectores clave que deben quedar al margen de los ataques cirbernéticos y las agresiones serán respondidas de acuerdo a la firme posición de la Casa Blanca. En ese sentido Rusia también se siente amenaza en el espacio virtual y Putin habló sobre acordar "reglas de comportamiento'', en un afán de cooperar para desmantelar los ciberataques.


Biden con su gran experiencia política apela al pragmatismo y va de frente a tratar en el más alto nivel los problemas de la agenda externa, en particular si se trata de Rusia. Para Putin este encuentro lo reacomoda en el frente interno pensando en las elecciones parlamentarias de septiembre próximo con su popularidad en baja por efecto de la pandemia y el descontento social impulsado por la caída económica. El Kremlin siempre ha usado la política exterior para recuperar el poder interno y Putin, que no viaja fuera de Rusia, no dudó en ir ahora a Ginebra.