La inesperada victoria de Donald Trump para la presidencia de los Estados Unidos, no sólo determinó la derrota de Hillary Clinton, sino también de todas las encuestadoras que habían instalado a la candidata demócrata como favorita en la carrera por la Casa Blanca. También perdieron los medios que hicieron sus pronósticos con la idea de que una mujer sería protagonista de un cambio histórico.
Tanto los analistas como las empresas de investigación y sondeos más reputadas de Estados Unidos, todavía no sacan conclusiones del duro revés que los hizo volver a una realidad política desconocida en la mayor democracia del mundo. El magnate electo para la Presidencia tuvo el rechazo total no sólo de 669 medios del país -sólo 13 apoyaron a Trump- sino también de todas las instituciones y hasta del propio Partido Republicano. El colapso del vaticinio podría explicarse en las redes sociales por su protagonismo en favor del sorprendente giro electoral.
Trump logró conquistar el voto de la clase media, obrera y rural estadounidense como consecuencia del desencanto con los políticos tradicionales de Washington. Y pudo cambiar un escenario ficticio creado por los analistas que buscaban el accionar de los hispanos ante el clima antiinmigrante y antilatino frente a las amenazas de deportación masiva esgrimidas por el magnate en campaña.
Ahora Trump, lejos de su discurso nacionalista, proteccionista, xenófobo y populista de sus actos proselitistas, dice que será un presidente para todos los estadounidenses y tendió la mano a sus detractores. "Les pido su orientación y su ayuda para que podamos trabajar juntos y unificar nuestro gran país”, señaló al hablar por primera vez como vencedor, en un hotel de Nueva York, pero la respuesta fue el estallido de protestas multitudinarias en numerosas ciudades por la elección controvertida. Más contra el perverso sistema de Colegio Electoral, no obstante el mayor caudal de votos de Hillary Clinton.
El mundo ya asimila el golpe -las bolsas retoman la normalidad tras la caída- y todo se reacomoda ante un futuro lleno de interrogantes. Argentina, según la canciller Malcorra, espera que haya una transición en la agenda lo más rápida posible para continuar con muchos temas en común con la administración de Obama. No parece fácil.
