El amanecer de un nuevo año es un punto de inflexión en la vida de todos, con balance interior sobre logros y frustraciones, pero para la sociedad es esperanzador frente a las expectativas de replantear lo actuado cuando se trata del bien común y mirar hacia adelante para reconstruir el país sobre acuerdos consensuados que deben lograrse sin mezquindades sectoriales.
Es el desafío 2022 para la clase dirigente, particularmente de la política, a fin de capitalizar los indicadores de crecimiento del panorama positivo. Desde septiembre último la actividad económica tiene un avance del 11,6% en relación al mismo mes de 2020, y un nivel no registrado desde agosto de 2018 cuando Argentina cayó en una profunda recesión, agravada después por la pandemia con un desplome anual del 9,9%, según el INDEC.
Los números positivos también están en el intercambio comercial, con un superávit de 1.601 millones de dólares o un salto interanual del 139% en exportaciones, en tanto las importaciones crecieron 49,1% interanual a 51,201 millones de dólares en insumos, signo evidente de una recuperación industrial, productiva y de servicios no vista desde 2018 por los analistas.
En su mensaje navideño el presidente Alberto Fernández llamó a aprender de lo vivido y mirar hacia adelante, de manera de sellar grandes acuerdos en procura de una sociedad más justa; pero para ello deben existir estímulos para el crecimiento y la generación de empleo. La excesiva presión tributaria ahoga a la actividad privada con un 50% de presión sobre el sector formal de la economía, o un 30% sobre el PBI, la mayor del continente.
Si el consenso fiscal implica sumar más impuestos no es una buena señal para el crecimiento y movilizar la capacidad productiva del país, porque la exhortación del presidente a "juntar manos, esfuerzos, talentos y recursos" debería estimularse en el marco de desgravaciones fiscales. Por el contrario se habla del "consenso fiscal 2022", que prevé la creación de nuevos tributos.
Ningún acuerdo de gobernabilidad se logra con posiciones irreductibles y tanto el oficialismo como la oposición deben capitalizar las últimas lecciones del Congreso, ya que los triunfos y las derrotas son efímeras y es mejor consensuar que enfrentarse con furiosas exposiciones, o responder con votaciones intempestivas, caso del proyecto de Presupuesto 2022.
Seamos patriotas en 2022 antes que combatientes ideológicos.
