La carencia de valores, ya lo hemos dicho en otras ocasiones, es uno de los problemas más graves que afronta la humanidad. Su restablecimiento o recuperación implica un proceso, que de estar dispuestos a encararlo, nos llevará mucho tiempo ver sus resultados. Es una tarea que hay que comenzar con los más chicos y no claudicar en el intento, teniendo en claro los principios y objetivos de esa educación que se basa, fundamentalmente, en los ejemplos que pueden ofrecer los mayores.

El escritor y columnista en temas vinculados con el comportamiento humano, Klaus Feldmann Petersen, habla de "El gran reto", cuando se refiere a que es necesario educar a los hijos dentro de la cultura de la vida y del amor, como bases sólidas para forjar una persona íntegra y de valores.

Sostiene que para alcanzar el éxito es indispensable educar la mente y tener un criterio centrado, a fin de poder identificar el Bien verdadero para poder transmitirlo a las generaciones venideras. Pero también hay que forjar la voluntad, para mantenerse firme en ese propósito y no ceder por ningún motivo a los caprichos de los demás, especialmente de los niños y adolescentes que permanentemente están desafiando a los mayores para que no les apliquen límites.

Una verdadera educación es la que posibilita que una persona se desarrolle y se forme según va madurando. Es decir, los padres deben estar pendientes de aplicar un recto criterio y una voluntad firme en sus hijos. Es el mayor bien que pueden hacerles y no consentirlos en ningún momento, conscientes de que con eso le hacen un daño muy grave.

Otro aspecto de la formación de valores está en hacer comprender a los más chicos de que aunque parezca que son los malos o los hijos de la cultura de la muerte los que dirigen los destinos del mundo, la mayoría de la gente es buena, aunque no perfecta. Esto se demuestra según Feldmann, observando que todos ansiamos que ocurran cosas buenas tanto en nuestro entorno natural como social.

"El gran reto" es, precisamente, salir airoso de esta grave situación. Lograr que el bien se imponga sobre el mal. Es necesario aprender a distinguir el bien verdadero sobre el bien aparente.