La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha cambiado el escenario político y económico mundial debido a que las amenazas lanzadas durante su campaña se efectivizan ahora, tras asumir el poder en la nación más poderosa.

Las organizaciones multilaterales y los grupos de naciones asociadas con metas específicas, están sufriendo los embates de Washington contra objetivos que consideraban comunes.

La mayor inquietud es del G-20 ante la proximidad de la reunión de los ministros de finanzas de las naciones desarrolladas y las emergentes -entre estas últimas la Argentina- prevista para marzo próximo.

En estos momentos Alemania ocupa la presidencia rotativa del G-20 y se encuentra en la difícil posición de tener que forjar un consenso sobre una serie de temas de interés mundial, sin vislumbrar una idea clara sobre la postura de Estados Unidos en medio de la presión creciente de China para rechazar la retórica proteccionista de Trump.

Los asuntos urgentes a considerar son de absoluta trascendencia global, porque requieren definiciones precisas sobre el libre funcionamiento de los mercados comerciales y el valor de las divisas, y el riesgo que corre el acuerdo internacional para frenar el cambio climático mediante aportes financieros. Trump sigue afirmando que los humanos no son responsables del calentamiento global.

La encrucijada del G-20 es encontrar un equilibrio en la crisis desatada por Trump, sin llegar al enfrentamiento con EEUU y a la vez de contener a China que busca un liderazgo confrontativo, precisamente en los temas controvertidos planteados por Trump. Pekín levanta las banderas del libre comercio, de cooperación financiera y la lucha contra el cambio climático como políticas de Estado.

Lograr consenso en el grupo ante estas posiciones es un reto diplomático y más todavía si Trump y sus asesores acusan reiteradamente a China de mantener a su moneda baja para obtener ventajas comerciales y a Alemania de aprovecharse de otros países para lograr ventajas de un euro sumamente subvalorado, lo que generó una airada respuesta de funcionarios alemanes. El mayor temor es un portazo de Trump.