A diferencia de los laboratorios estatales chinos y rusos que buscan una vacuna para hacer frente a la pandemia de coronavirus, en el mundo occidental se destacan los enormes esfuerzos del capital privado para desarrollar un fármaco que inmunice contra el Covid-19 y lo están logrando satisfactoriamente tras las fases iniciales, para comenzar en breve con la producción industrial. Es el caso del anuncio presidencial de la fabricación argentina de una vacuna de bajo precio que será distribuida prácticamente en todo el continente.


Detrás de este avance científico conjunto de la Universidad de Oxford y del laboratorio Astra Zeneca está el Grupo Insud, uno de los tres conglomerados biotecnológicos más importantes del mundo, propiedad de Hugo Sigman también una de las mayores fortunas del país -que inauguró en febrero último la nueva planta modelo Abxience, en la localidad bonaerense de Garín, bautizada "La linda" -. Estas instalaciones de 20.000 metros cuadrados, con una inversión de más de 40 millones de dólares, justifican haber elegido a nuestro país para la elaboración.


Es que la firma se especializa en la investigación y desarrollo de vacunas y productos biotecnológicos con una capacidad productiva de 30 millones de dosis anuales y es la única en el mundo que posee un medicamento contra el Chagas, entre una serie de productos bajo normas internacionales. Con un historial tan amplio no sorprende que el proyecto contra el coronavirus se encuentre avalado por estos antecedentes y que tampoco salga el ámbito privado porque la financiación está asegurada por otro empresario exitoso.


Es Carlos Slim, el magnate mexicano propietario de un holding que incluye negocios de telefonía y minería, más una fundación que lleva su nombre, encargada de financiar la esperada vacuna con su amigo Sigman. Todo ello es trascendente, más allá de que toda empresa está tras un negocio, pero merece destacarse cómo se ha implementado esta asociación pensada en el bienestar de la humanidad azotada por un inesperado flagelo, y sin pedir ninguna asistencia económica estatal.


El empresario local es consciente de que está asumiendo un alto riesgo porque existe la eventualidad de que la vacuna no se pueda vender ya que la aprobación, o no, se dará en diciembre o enero próximos, pero el producto ya se está elaborando asumiendo los costos la compañía. Y se trata de alcanzar una producción de entre 150 y 250 millones de dosis ya comprometidas para Latinoamérica, excepto Brasil que ha firmado otro convenio.