El multitudinario marco participativo de los sanjuaninos en los festejos de los 207 años de la Revolución de Mayo, el jueves último, ha remarcado un sentimiento de argentinidad tan profundo que está por encima de las contingencias sectoriales que incentivan divisionismos mezquinos. 


Por el contrario, la presencia de alrededor de 80 mil personas en los actos centrales recordatorios del 25 de Mayo de 1810 en nuestra ciudad, más los realizados en el interior de la provincia, son testimonios del fervor patrio que se transmite por generaciones y se lo refleja en la preparación escolar e institucional. Se lo pudo admirar en el espléndido desfile por las calles engalanadas de celeste y blanco por la avenida José Ignacio de la Roza, desde Alem hasta Entre Ríos, donde se levantó la enorme alegoría del histórico Cabildo, figura atípica en San Juan respecto a las concentraciones anteriores. 


Como señaló el gobernador Sergio Uñac, al recibir los saludos protocolares de más de 600 personalidades, hay muchos motivos para festejar en este cumpleaños de la Patria, y también para redoblar esfuerzos. "Debemos imitar la valentía y valores de nuestros próceres para generar las grandes transformaciones que la provincia y el país necesita", dijo el Gobernador, al agradecer la confianza y renovar el compromiso y el esfuerzo pensando en el interés general que lo anima. 


Al comentar la respuesta popular a la convocatoria de recordación de la gesta emancipadora, el nuevo arzobispo de San Juan, monseñor Jorge Lozano, recordó que cada fecha patria es una invitación a la participación, al compromiso y al servicio a los demás. "Los actos patrios nos hacen evocar acontecimientos de la historia que nos renuevan también en nuestra participación ciudadana en el presente'', expresó, como un complemento de las palabras de quien deja esa tarea, monseñor Alfonso Delgado, exhortando a "ponernos la Patria al hombro''. 


La Revolución de Mayo no fue una decisión fácil de aquellos vecinos que iniciaron el proceso de surgimiento del Estado argentino, sin llegar siquiera a proclamar la independencia formal, que luego sería declarada en Tucumán el 9 de julio de 1816. Lo trascendente es el espíritu patriótico inquebrantable, que siempre resurge.