El presidente Donald Trump ha comenzado a gobernar con un gabinete formado por empresarios, multimillonarios y exmilitares, casi todos sin experiencia política y seriamente cuestionados por sus pensamientos con respecto a la economía, el medio ambiente y las relaciones internacionales. 


Los colaboradores directos del presidente deben contar con la aprobación del Congreso, motivo por el cual Trump fue al Capitolio luego de asumir y entregó la nómina, aunque se descuenta el visto bueno de la mayoría republicana. 


El vicepresidente Mike Pence, de 57 años, abogado, es considerado un ultraconservador tanto en lo político como en lo religioso. Él mismo se autodefinió como "cristiano, conservador y republicano, en ese orden" y en la Cámara de Representantes fue siempre un personaje polémico. Pero la gran inquietud de los estadounidenses es Rex Tillerson, de 64 años, un ejecutivo que desde 2006 presidió la petrolera Exxon Mobil. Carece de experiencia política pero tiene grandes contactos en el mundo de los negocios, en particular en Rusia, lo que le valió una estrecha amistad con el presidente Vladimir Putin. Tillerson estará a cargo del Departamento de Estado, pieza clave de la política global de EEUU y sin ningún antecedente de la compleja diplomacia a su cargo. 


Con igual preocupación se observa a quien ha ocupa la cartera de Seguridad Nacional, el exgeneral John Kelly, de 66 años, considerado un "halcón de la seguridad fronteriza", con 40 años en el Cuerpo de los Marines. Luchó en Irak y dirigió hasta hace poco el Comando Sur de las fuerzas de combate supervisando los operativos militares en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. Se estima que será el brazo ejecutor del muro fronterizo junto a su par de Interior Ryan Zinke (55), excomandante de los SEALs de la Armada antes de llegar a senador por Montana. Se les suma en Defensa James Mattis (66) general retirado de cuatro estrellas, un crítico de la política de Cercano Oriente de Obama y combativo de los regímenes islámicos. 


El resto del Gabinete muestra el reflejo de las amenazas y promesas de campaña de Trump, preocupantes ante las deportaciones de indocumentados, la anulación del programa de salud y el cerrojo de la economía.