Luego de casi una semana de incertidumbre, la Corte Electoral de Uruguay confirmó el giro a la derecha del electorado en la segunda vuelta presidencial, erigiendo al candidato del opositor Partido Nacional a Luis Lacalle Pou como el nuevo mandatario del vecino país, la primera gran sorpresa del balotaje del domingo pasado fue la paridad de los votos obtenidos por el partido de centroderecha de Luís Lacalle Pou y el de izquierda Frente Amplio que postuló a Daniel Martínez. Ambos obtuvieron una mínima diferencia de votos, por lo que hubo que recurrir al conteo definitivo para determinar quién sería el nuevo mandatario uruguayo.


Más allá del cambio de nombres o figuras políticas que se sucederán a partir del próximo período, es interesante analizar las reales causas que determinaron el giro que ha experimentado Uruguay desde la izquierda hacia la centroderecha, terminando con 15 años de hegemonía del Frente Amplio.


Los analistas políticos sostienen que no hubo una sola causa que llevara a la gente a inclinarse por la centroderecha, sino que fueron una serie de factores que incidieron negativamente en el cambio de preferencia.


El Frente Amplio, que tuvo como presidentes de la nación a José Mujica (2010-2015) y a Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020), de aceptable desempeño en cuanto a políticas económicas y sociales, comenzó en los últimos años a mostrar síntomas de desgaste y a perder la efectividad de años anteriores. Uno de los factores que, según se cree, más incidieron en el giro político del país es el de la inseguridad pública. Los uruguayos le dan mucha importancia a este ítem, porque saben que es fundamental para evitar la proliferación de otros males mayores como la violencia del narcotráfico, los homicidios, el incremento de los hurtos, la violencia doméstica y la violencia de género.


Otro factor de la derrota de la izquierda es el estancamiento de la economía, fenómeno que devino después de un período floreciente en que el PBI uruguayo llegó a crecer un 7,8 por ciento, en 2010.


A partir de la nueva administración se esperan cambios radicales en diversos temas. En materia de política exterior la sintonía con el Brasil de Bolsonaro se potencia como estrechos socios económicos y de igual manera se han escuchado voces optimistas en la Casa Blanca y la comunidad europea. De manera opuesta se enfría el vínculo con el nuevo gobierno argentino si se recuerda que Alberto Fernández dio amplio apoyo al movimiento iniciado en la vecina orilla por "Pepe" Mujica.