El flagelo del hambre en Argentina es un tema que preocupa especialmente cuando se observa que va en aumento y que no se encuentran los mecanismos adecuados para controlarlo, y se torna alarmante cuando los mayores afectados son los niños, como acaba de revelarlo el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) después de las mediciones realizadas entre julio y octubre último.
Se calcula que hay 2 millones de chicos en la Argentina que sufren inseguridad alimentaria severa, los cuales son parte de los 4,5 millones de niños y adolescentes de entre 0 y 17 años que viven en hogares que han visto reducida la cantidad de alimentos consumidos a consecuencias de los problemas económicos que afronta el país. Se llega a esos números al traducir a cantidades de personas de todo el país, los índices de inseguridad alimentaria severa y de inseguridad alimentaria total en la infancia y en la adolescencia. Hay que tener en cuenta que las inseguridad alimentaria severa la padecen todas aquellas personas que durante un período de 12 meses han tenido que afrontar situaciones en las que no han podido satisfacer sus requerimientos de alimentos.
El relevamiento de la UCA también permitió determinar entre otros puntos que la pobreza, principal aliada del hambre, ha llegado al 44,2% de la población total y al 64,1% si se tienen en cuenta solo al segmento de niños y adolescentes. Respecto de esto último, el problema que provoca el hambre en los menores de 4 años es que se ve afectado su crecimiento y desarrollo en una etapa de la vida en la que es fundamental consolidar estos aspectos para contar posteriormente con personas aptas para la vida en sociedad. De no encontrarse una solución a este requerimiento, una de las propuestas del programa "Mis primeros 1000 días” que se originó en San Juan y se encamina a tener alcance nacional, lo más probable es que en un futuro una gran parte de la población presente problemas, precisamente, de crecimiento y desarrollo físico y psicológico que en la mayoría de los casos resultan insalvables, sumando otro problema social al país.
Esta última encuesta de la UCA ha alcanzado gran trascendencia al demostrar que el flagelo del hambre sigue en aumento en Argentina y que la presunción del Gobierno de que con los distintos programas asistenciales se ha logrado controlar el hambre, a pesar de haber mitigado en parte el problema, no ha sido contundente ante una situación económica general del país que es bastante precaria y las consecuencias de la pandemia del Covid-19.
