Las movilizaciones en procura de la reivindicación de la mujer, marginada históricamente de los derechos y la igualdad que supuestamente rigen en todas las actividades, tiene logros recientes en todo el mundo, mientras se avanza en todos los campos donde sigue postergada.


Este activismo de la mujer lo vemos en nuestro país con verdadera pasión, como en los debates por la despenalización del aborto, en el marco democrático donde se deben resolver las cuestiones que, como en este caso implican decisiones políticas trascendentes. Pero de ninguna manera un movimiento femenino debe pedir la revisión de una sentencia judicial.


Sin embargo este absurdo si vivió el martes último en la Capital Federal como consecuencia de una convocatoria para marchar por la libertad de Nahir Galarza, la joven condenada a prisión perpetua por el crimen de su novio, a quien ejecutó de dos balazos en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú.


La exigencia callejera, ante la Casa de Entre Ríos, fue organizada por una asexual entidad "Todo presx es políticx" y la adhesión de Feministas Radicales Independientes. La treintena de activistas, con rostros cubiertos señalaron que el caso es una caza de brujas de la prensa, la Justicia y la opinión pública. A juicio de las fundamentalistas la igualdad ante la ley es un invento del "mundo macho" y en este hecho le quieren arruinar la vida a una joven de 19 años para generar un chivo expiatorio que cumple la función de ocultar un inmenso daño contra las mujeres.


El despropósito increíblemente logró reunir gente para escuchar la disparatada proclama y luego las redes sociales se hicieron eco del delirante pedido de absolución a Galarza. Las protestas también alcanzaron a Facebook, que dio de baja al club de fans de Nahir Galarza, una medida razonable para no hacerse eco de la apología de esta irracional defensa.


Galarza fue condenada tras un proceso judicial impecable, donde todo jugó en su contra hasta confesar su autoría y la opinión pública se informó a diario de las audiencias hasta finalmente conocer el pronunciamiento unánime del tribunal. El fallo se puede apelar, como dispone el derecho procesal. No hay nada subjetivo, ha sido un crimen aberrante sin más consideraciones que las mostradas por las pruebas contundentes.