Según anunció el ministro de Hacienda de la Nación, Nicolás Dujovne, el país ha logrado bajar el déficit fiscal primario al cierre del año pasado, cumpliendo más con la exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) para acordar la asistencia financiera a la Argentina. El resultado alcanzó el 2,4% del PBI durante 2018, equivalente a 338 mil millones de pesos, es decir mucho mayor de las expectativas para recuperar la economía.


El funcionario observó que el gasto primario del sector público nacional cayó 2 puntos porcentuales en términos del PBI en el último ejercicio, para acumular una baja de 4 puntos con respecto a 2015 y consolidar así el gasto más bajo desde 2012. Esto, sin considerar el gasto social, caso de las jubilaciones y los programas sociales, que tuvo un crecimiento del 0,4 punto en los últimos tres años, de manera que el resto del gasto público es el más bajo desde 2009.


De esta forma nuestro país se ha asegurado el desembolso de 11.000 millones de dólares del FMI en marzo próximo, la mitad de los envíos del organismo multilateral para el corriente año, con lo cual se despeja el horizonte del programa financiero anunciado oportunamente por el Palacio de Hacienda. Se explica también las buenas calificaciones de las consultoras internacionales acerca de la marcha de la economía y la pronunciada caída del riesgo país.


Debe recordarse además, que la Nación perdió recursos por el 0,6% del PBI por la reforma tributaria, la devolución del 3% de la Anses a las provincias y por el Pacto Fiscal, todo equivalente a 2 puntos del PBI. También se deberían conocer los resultados del manejo de las cifras provinciales, que no todas han alcanzado las metas fiscales prometidas, salvo algunas excepciones exitosas como lo muestra la Administración de San Juan.


Ser disciplinados en el gasto es un reconocimiento que debe hacer la ciudadanía en esta gestión, después de venir sufriendo las consecuencias del despilfarro estatal durante más de una década.


El peso del ajuste lo soporta el sector privado con una carga fiscal abrumadora y asfixiante, y sin posibilidades de sobrevivir a las condiciones extremas fijadas para el país.


Es un aliciente conocer la caída del déficit por encima de las pautas de la política de Hacienda, pero podría ser mucho más si en todos los organismos del Estado se achicaran las estructuras para hacerlas más funcionales y expeditivas, desterrando la pesada burocracia administrativa. Difícilmente se piense en esto en un año político.