En los últimos meses han proliferado ciertas afirmaciones sobre la responsabilidad que les cabe a los ganaderos -y al público consumidor- por el aumento de los gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global. Culpan a los rumiantes como los mayores responsables de las emisiones de gas metano generado en el proceso digestivo y existen movimientos que proponen cambiar las dietas con carnes para salvar el planeta, según alertan tendenciosamente en las redes sociales.


Las vacas como los búfalos, las ovejas y las cabras tienen un proceso digestivo conocido como fermentación entérica que produce el metano que eliminan posteriormente y no mediante flatulencias, como es la creencia popular, sino por medio de exhalaciones. Este gas de efecto invernadero se genera en numerosos procesos naturales y artificiales que son necesarios aclararlos para no seguir condenando a la ganadería y a la industria de la carne por encima de las emisiones del transporte, la generación eléctrica convencional y la deforestación, entre otros, que provocan el efecto invernadero.


Además de los veganos, muchos opinan que dejar de comer carne influirá en la lucha contra el cambio climático, un verdadero despropósito según estudios científicos. Una investigación de la Universidad de California concluyó que si toda la población de Estados Unidos practicara el "meatless monday" (lunes sin carne) como proponían los ambientalistas, se apreciaría una reducción de tan sólo el 0,5% de las emisiones. Además, los cambios tecnológicos, genéticos y de gestión durante los últimos 70 años en la producción agropecuaria la han hecho más eficiente y menos nociva para el medio ambiente.


De acuerdo a un informe de la FAO, el organismo de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, las emisiones directas de gases de efecto invernadero en EEUU han disminuido un 11,3% desde 1961, mientras que la producción de carne procedente de la ganadería se duplicó o más. Este panorama también puede ofrecer nuestro país, uno de los mayores productores de carne del mundo, al haber optimizado la crianza y los procesos con una evolución respetuosa del medio ambiente.


En definitiva una vaca expulsa unos 200 gramos de metano al día, de acuerdo a la FAO, y eso equivale a 5 kilogramos de unidades de CO2, o dióxido de carbono presente en la naturaleza, lo cual todas las vacas de la tierra liberan 100 millones de toneladas de metano. Esta cantidad es ridícula comparada con los 50.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, en unidades de CO2, que se liberan cada año en el mundo de acuerdo a cálculos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático.