El pedido de un alto el fuego de todos los conflictos bélicos en el mundo ante la propagación del Covid-19, realizado en primera instancia por el secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres y posteriormente por el Jefe de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, responde a la necesidad de que determinadas regiones del planeta dejen de lado actitudes beligerantes para concentrarse en acciones destinadas a contrarrestar los efectos de una de las pandemia más grave de la historia de la humanidad.

El llamamiento efectuado por Guterres a la comunidad internacional tiene como propósito llevar alivio a comunidades que además de soportar los embates de la guerra ahora tienen que lidiar con el coronavirus, en condiciones que no son las más apropiadas por carecer de medios para atender esta emergencia sanitaria. Por su parte, el Papa Francisco no solo ha puesto énfasis en un alto al fuego global e inmediato en todas partes del mundo, sino que también ha expresado su preocupación por el problema de hacinamiento en las prisiones, por entender que de avanzar el virus, esos lugares podrían convertirse en una tragedia.

A menos de un mes de haberse concretado la propuesta por parte de la ONU, ya hubo algunas reacciones positivas en algunos conflictos tradicionales como el que mantienen Palestina e Israel. Ambos estados, pese a su profunda división política, promovieron un acercamiento para trabajar juntos en el objetivo de combatir al virus.

Hay otros focos de guerra, en los que también se está tomando conciencia de la gravedad de la situación y se está hablando de principios de acuerdo para acatar lo solicitado por la ONU. En Siria, donde desde hace más de 10 años se inició un conflicto que parece no tener fin, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) establecieron una tregua. También está el cese de actividades de las guerrillas comunistas en Filipinas y hay un alivio de las tensiones en los conflicto en Yemen y Libia, el de Ucrania Oriental y el protagonizado por grupos armados de Colombia, entre otros tantos en todo el mundo..

Se conoce que el Covid-19 afecta con mayor dureza a países y regiones que tienen sus sistemas sanitarios debilitados, ya sea por guerras, por asentamientos de refugiados o desplazados o por problemas económicos financieros que les impiden las inversiones necesarias en esa área. El cese de hostilidades y la concentración de esfuerzos para luchar contra la pandemia crea la posibilidad de que esos países puedan ser beneficiados con ayuda sanitaria exterior, a fin de que el virus no se siga propagando a la velocidad que lo ha venido haciendo hasta ahora.