En un mudo donde el recrudecimiento de la carrera armamentista comienza a mostrarse como inevitable, al estar en peligro o llegar a su fin los acuerdos que han mantenido el equilibrio entre las naciones desde finales de la Guerra Fría, el papa Francisco exhortó a todas las naciones a hacer posible un mundo sin armas nucleares, como la única manera de garantizar la paz y la convivencia de los pueblos. El Pontífice sostuvo su férrea posición en contra del uso de la energía atómica con fines de guerra durante la gira de hace unos días por Japón, ocasión en la que estuvo en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, ambas destruidas en 1945 por las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en el marco de la Segunda Guerra Mundial.


La posición del Papa respecto de armamentismo no es nueva y la sostiene desde el inicio de su papado, cuando vinculó directamente al uso de la energía atómica para la construcción de armas nucleares con una actitud "inmoral" por parte de los países que poseen estos recursos bélicos.


A pesar de las disposiciones en vigencia entorno a la política de desarme acordada a nivel mundial, se sabe que Estados Unidos y Rusia aún poseen más del 90% de las amas nucleares del mundo, es decir más de 8 mil ojivas, suficientes para destruir el planeta varias veces. El último tratado, "El Nuevo START (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas)", limita el número de ojivas para cada uno de estos países a una cifra de 1.550.


Los tratados que han mantenido en estas últimas décadas el límite de armas nucleares son el INF (Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto) suscrito por Ronald Reagan y Miajil Gorbachov hace 30 años. Después vino el START I, firmado también entre EEUU y Rusia en 1991, y El Nuevo START rubricado en 2010. Este último, considerado como ejemplar por el compromiso que implica a las grandes potencias, está en peligro actualmente porque EEUU ha expresado que planea retirarse y que tiene la intención de fabricar armas nucleares. Esto desencadenaría una nueva escalada en la producción de armas a nivel global no sólo de las superpotencias, sino de otros países que están a la expectativa de lo que suceda. El uso del poder disuasivo de las armas nucleares para mantener la paz ha sido uno de los punto más criticados por el Papa, quien acusó a los países de crear un clima de odio para justificar sus programas nucleares.


Sin duda, una clara y coherente condena a la fabricación y modernización de armas, que implica un gran gasto, en un mundo donde hay millones de niños y familias que viven en condiciones infrahumanas, pasando todo tipo de necesidades.