Hoy existe una propensión a considerar al conocimiento cultural como un inútil añadido. Se la interpreta como atributo de gente que no ha tenido urgencias o cosas "importantes" que atender, una especie de disfraz del ocio.


Inclusive, lo que antes era una exhibición de ignorancia ahora se ostenta con necia arrogancia, al decir que "una cosa son hechos y otra la teoría". La exoneración de la cultura de su posición preponderante no comporta un asunto sin consecuencias. De acuerdo al diccionario, cultura es el "conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico". Es decir, se trata de herramientas conceptuales que posibilitan libertad y eficiencia en los discernimientos personales, para poder hacer uso competente de la propia razón y así convertirnos en una versión superior de nosotros mismos.


Uno de los conocimientos clave de toda conformación cultural es la conciencia histórica. Se alcanza esta asimilando información y una ilación de relaciones que permitan comprender por qué estamos donde estamos y hacia dónde vamos como individuos y sociedad.


Es claro que por sí cada cual puede emprender la grata e inacabable tarea de autoeducarse, no obstante las sociedades han incorporado maneras de subrayar ciertos pasados desde el presente. Uno de estos recursos lo constituyen las conmemoraciones y feriados. La circunstancia de que una fecha clave para una nación sea no laborable, es con el notorio propósito de que ningún hecho de la ajetreada cotidianeidad compita en atención con lo que se propone evocar.


La efectividad del feriado como método para focalizar un pasado definitorio sería bastante cuestionable. Parece haberse obtenido, más que un resultado cultural, uno turístico. No deberían ser excluyentes entre sí, pero las insignes figuras de la historia, en la conciencia general, parecerían hoy figurar como distantes e inofensivos fantasmas demodé. Este 25 de Mayo, en circunstancias en que la Argentina necesita más que nunca recuperar sus valores fundacionales, el espíritu patrio quedó desdibujado. Se desarrolló un acto político previamente programado en la Capital nacional.


Si quien fuese, estima que se sigue honrando la conciencia histórica al seleccionar tal fecha para un evento político, forzando así al segundo plano al motivo del feriado, serán considerados como aquellos que creyeron que un gobierno es de un partido político y no de todos los argentinos y que el día de la patria, el más glorioso de nuestra nación, puedan desteñirlo con banderías fugaces, sin valorar los sentimientos profundos de la sociedad y la historia será siempre la que justipreciará como una acción dolorosa. Nadie podría escapar que resultaría inevitable que medios y redes sociales se convirtiesen en inevitables cajas de resonancia de tal evento, haciendo descender al componente histórico del día hasta los subsuelos de la desatención. En el innegable desmedro de la conciencia histórica es posible que se encuentre una poderosa causa de las duras circunstancias que la Argentina, en este 25 de Mayo, trató de sobrellevar.