Diferentes dotaciones de bomberos de Capital y del Gran San Juan seguían el último fin de semana combatiendo los focos de incendios originados como consecuencia del viento Zonda que azotó al Valle de Tulum entre el jueves y viernes pasado, un fenómeno natural propio de esta época del año y con una secuela de daños previsibles, como los incendios de pastizales. El escenario es el mismo de temporadas anteriores y las secuelas son también agravadas por el viento sur que sucede a las turbulentas ráfagas del oeste.


Quienes deben lidiar contra el descontrol de las llamas en las pasturas, amenazando las viviendas vecinas, son como en este último caso las dotaciones de bomberos de Capital y de los voluntarios de los departamentos cercanos, todos afectados a lugares de Rawson, Santa Lucía, Chimbas y Pocito, pero también estallaron incendios de campos de Ullum y Jáchal, donde los municipios se hicieron cargo de controlarlos.


No es una tarea fácil porque las llamas deben sofocarse en medio de viento que las aviva constantemente y con escasez de agua debido a la monda de canales de temporada. Se suman a la emergencia la caída de árboles y de columnas del tendido eléctrico y de servicios por cable, además del despeje de calzadas obstruidas por postes y ramas, un esfuerzo que necesariamente debe ser coordinado por la premura de atender todos los frentes y con los recursos disponibles, no siempre suficientes. Basta recordar que las 20 hectáreas de pastizales incendiadas en Pocito llevaron dos días de ardua labor para extinguirlas.


En este contexto nada puede ser sorpresivo para Protección Civil, municipalidades, policía y bomberos, entre otros organismos públicos involucrados. La presencia del Zonda se anticipa con pronósticos de baja presión luego del impacto en la alta cordillera y antelación suficiente para adoptar los operativos y protocolos de prevención y contención. Y también disponer de un alerta temprano en zonas sensibles al incendio de campos, como Médano de Oro, donde prender fuego a las pasturas para despejar el terreno es una práctica muy conocida, y dañina, porque fácilmente se torna incontrolable.


Si bien existe el Sistema Federal del Manejo del Fuego, que establece coordinaciones interinstitucionales para la intervención estratégica, San Juan debe tener una planificación específica atendiendo el azote del modelo climático más perjudicial, para proteger vidas, propiedades y el medio ambiente.