Desde el 24 de febrero de este año en que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, el papa Francisco ha hecho más de 100 intervenciones por la paz y ha intercedido personalmente con estos dos países para facilitar el intercambio de prisioneros entre las partes tras ser contactado por el país invadido, pero todo esto no ha sido suficiente como para lograr un cese del fuego o detener las acciones bélicas que se suceden día a día. Es por eso que ahora la Santa Sede analiza la posibilidad de una mediación vaticana con la que se podría alcanzar un acuerdo de paz, como única alternativa para detener esta guerra que se sigue extendiendo en el tiempo con graves consecuencias no sólo para los países beligerantes sino para todo el mundo. Sus efectos ya se han hecho sentir en varios aspectos de la vida del resto de las naciones del mundo, con problemas de abastecimiento de energías, materias primas y otros factores que están influyendo directamente en la economía global.


La predisposición del Sumo Pontífice de intervenir en el conflicto armado se ha hecho público en estos días al señalar que "la paz es posible" y que "la Santa Sede está disponible a hacer todo lo posible para mediar y poner fin al conflicto en Ucrania".


Los analistas políticos sostienen que el Vaticano ha estado esperando desde el inicio de la guerra que los dos países posibiliten una mediación, por lo que está esperando que se produzca una "pequeña apertura" para aprovechar la posibilidad de intervenir con una mediación que sea efectiva.


Ante algunas dudas vinculadas a la inacción por parte de la Iglesia en esta contienda bélica de alcance mundial, desde el Vaticano se ha dejado en claro que la Iglesia está continuamente atenta a cómo se están desarrollando los hechos y que todos los días se está considerando la posibilidad de intervenir con una mediación que lleve concretamente a la paz y no a una simple tregua. Sostienen que las treguas sólo sirven para alentar procesos de recuperación de fuerzas con la incorporación de una mayor cantidad de armamento, y no contribuye a una solución definitiva.


La posibilidad de intervención o mediación papal se ha abierto ante una serie de hechos como el fracaso de las sanciones económicas a Rusia por parte de la comunidad internacional, por haber invadido a Ucrania; el apoyo con armas de países aliados para que Ucrania haga frente a Rusia que no ha dado todo el resultado esperado, y una serie de negociaciones entre países con distintas apetencias e intereses geopolíticos. 


Desde el Papado de Benedicto XV, en el siglo XX, la Iglesia Católica se ha mostrado contraria a las guerras. La doctrina social de la Iglesia sólo permite la guerra defensiva, como es el caso de Ucrania, pero incluso bajo ciertas condiciones precisas que lleven a recuperar la paz.


La Iglesia está apostando todo a un proceso firme de paz, producto de un diálogo franco que aleje "el ansia de poder" y "el comercio de armas", principales factores a los que Francisco atribuye el origen de todas las guerras.