Llegamos al final de un año difícil para los argentinos, y dentro de pocas horas iniciaremos un nuevo ciclo. A 2017 se lo puede asumir con optimismo, que es una expresión de deseo, o con pesimismo, que es un diagnóstico negativo sobre la realidad. Frente a estas posiciones, la alternativa es la esperanza. El pesimista es un necio, creyendo que todo está mal. El optimista es un irresponsable, porque presume que las posibilidades nos van a favorecer porque sí. El concepto de trabajo está eludido en los dos casos. El hombre esperanzado es diferente. En palabras de Aristóteles, "la esperanza es el sueño del hombre despierto''. Es que quien sabe soñar a pesar de las dificultades, se esfuerza para que los sueños se concreten. Esto no implica desconocer que nuestra nación muestra su peor rostro, cuando cuesta creer que a uno de cada tres argentinos le falta comida, trabajo, salud, educación e igualdad de posibilidades para progresar. 


Las estadísticas muestran que el 32,2% de la población es pobre y el 6,3% indigente, pero los números nunca alcanzarán a reflejar el dolor, la angustia e indignación de los padres que no pueden sostener a sus familias. Los cálculos mezquinos, la especulación financiera y la subordinación del bien común a intereses electorales por la gula del poder, hacen mucho daño. 


Esta hora de la patria requiere gestos de generosa participación ciudadana para superar el mezquino individualismo, aprendiendo el valor de la grandeza y dando lugar a todos. La gente anhela que los gobernantes prioricen las fuerzas, recursos y métodos para que la pobreza, el desempleo y la inseguridad se borren del mapa nacional. También hay un desafío que no admite más dilaciones: trabajar desterrando grietas y enfrentamientos, para recrear el diálogo responsable y la cultura del encuentro, para fortalecer nuestra frágil convivencia ciudadana. 


Convivir es disentir, pero sin descalificar ni destituir. Ni utopía ni derrotismo, sino una luz realista que nos convenza que ningún obstáculo puede abatirnos, ya que toda dificultad trae encerrada siempre la solución. Que el nuevo año sea fecundo en obras de paz y progreso integral recorriendo un camino de concordia en el que nadie nos resulte indiferente y donde todos nos pongamos la patria al hombro.