Las estadísticas son contundentes, mientras que en 2018, en nuestra provincia hubo 111 muertos por siniestros viales y en 2019 se registraron 162 muertos; durante el año 2020, en plena pandemia, la cifra descendió a los 59 muertos. El año pasado los decesos ascendieron a 80 y en lo que va de este año se han contabilizado alrededor de 38 muertos, una cifra que de continuar así superaría ampliamente la del 2021. Los motivos, aparentemente, estarían en que cada vez hay más vehículos en las calles y rutas y, en otro aspecto, que es fundamental la falta de respeto a las normas de tránsito contenidas en la Ley Nacional 24449, con decreto de adhesión en la provincia Nro 250. Esta legislación contiene los aspectos básicos que rigen para que el tránsito automotor sea lo más seguro posible evitando los accidentes que la Agencia Nacional de Seguridad Vial y la crónica diaria nos informa. 


Si bien es cierto que hay una serie de aspectos vinculados a la infraestructura vial que pueden ser causantes de accidentes, como calles y rutas en mal estado; falta de señalización; carencia de semáforos; poca iluminación; cruces peligrosos y otras irregularidades, también es cierto que los automovilistas y conductores de otros tipos de rodados muestran muy poco respeto al prójimo al momento de circular transgrediendo normas de tránsito y demostrando la poca educación vial. Es en ese punto en el que se ve la carencia de una policía de tránsito más efectiva, que no esté sólo para labrar actas de infracción por carencia de documentación u otras faltas menores, en operativos que no contribuyen con la seguridad vial. Está haciendo falta una policía de tránsito más atenta a los automovilistas que conducen en forma temeraria, sin ningún reparo en cruzar una esquina con el semáforo en rojo o circular con exceso de velocidad por las calles céntricas, doblando sin colocar luz de giro, o lo que es más básico, conducir sin cinturón de seguridad y hablando por el teléfono celular. Durante los fines de semana y días festivos la atención debe estar orientada a controlar las condiciones en las que se conduce, siendo más exigentes con los controles de alcoholemia y de otras sustancias tóxicas, como también en la forma que transitan vehículos de mucha potencia y gran porte capaz de producir un desastre vial en cualquier momento.


Hace falta una policía de tránsito que enseñe educación vial en todos los niveles, a fin de que desde chicos los sanjuaninos tengamos una cultura vial capaz de distinguirnos en cualquier lugar. Si bien hay en determinadas escuelas algunos cursos en que se enseñan normas básicas de educación vial, esta enseñanza debería estar sistematizada a fin de crear una firme conciencia vial.