La Argentina mantiene un serio desequilibrio en su comercio exterior, acotado por una oferta exportadora carente de innovación para penetrar con eficiencia y competitividad en los mercados, incluso para volver a los lugares donde mantenía liderazgos. Hay un estancamiento a partir del solo hecho de que nuestro país tiene prácticamente la misma cantidad de empresas exportadoras desde hace una década.
También se observan incoherencias en el perfil de algunas firmas que abandonan la cadena de valor agregado, para vender a granel sus vinos, como ha decidido una bodega sanjuanina que ha retomado la comercializar de sus varietales en los mercados externos, poniendo el foco en Estados Unidos y países de Europa. Parece una incongruencia, al conocerse por otro lado, que se están importando vinos para cubrir necesidades locales y de exportación por las diferencias de precios con los locales.
Más allá de lo anecdótico, aunque sea una dura realidad, lo preocupante es la caída de las exportaciones regionales desde los últimos cinco años. Las políticas de la última década profundizaron el mercado interno mientras el país -y toda la región- gozaban de su dependencia de los recursos primarios demandados por el crecimiento de China, un ciclo concluido con el agravante de que no avanzamos en industrialización, tecnificación, creatividad y desarrollo para adaptarse a las exigencias del mercado mundial.
Revertir este panorama implica desafíos inmediatos y mediatos, internos y externos. Por una parte la necesidad de involucrar a las pymes las exportaciones como verdadero motor del crecimiento económico y más si se trata de potenciar las economías regionales y, por otro lado, observar el comportamiento del comercio exterior para diseñar estrategias de penetración.
En este contexto se debe recordar que se vienen problemas que pueden agravar el marco de inacción, por ejemplo a partir de diciembre próximo, cuando venza el plazo establecido en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que los países decidan si reconocen a China como economía de mercado o no. Aceptar esa clasificación implicaría perder instrumentos de protección comercial, especialmente medidas antidumping, y admitir una mayor capacidad de penetración de las importaciones provenientes de China, lo cual afectará a las industrias instaladas y creará un escenario más difícil para el desarrollo de nuevos emprendimientos para insertar a la Argentina en el mundo de los negocios.
