Lo que hasta hace poco parecía el guión de una novela de ciencia ficción, desde hace un par de años a esta parte se ha convertido en una dura realidad. La filtración de datos que se produce a todo nivel y en distintos ámbitos, a través de medios electrónicos, permitiendo conocer la información más íntima de una organización, es un hecho que amenaza con destruir al mundo, cada vez más vulnerable a este tipo de ataques cibernéticos. La solución a este fenómeno es ejercer un estricto control mediante la creación de nuevos sistemas capaces de mantener a salvo todos estos datos ya sea que pertenezcan a un estado, empresas de primer nivel, instituciones hegemónicas o los particulares, que también se sienten afectados en gran medida por esta situación.
Acaba de conocerse que el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha sufrido un duro golpe por la filtración de miles de documentos diplomáticos, vinculados a los últimos conflictos bélicos, entre los que se incluyen fotos y videos de inteligencia. Según el propio gobierno norteamericano se trata de la mayor revelación de información sensible desde el caso WikiLeaks (filtración de información de documentos clasificados en 2010, a través de la web) con datos de la guerra en Ucrania y Medio Oriente, entre otros enfrentamientos que tienen a este país como protagonista declarado o sin participación directa.
El fenómeno de las filtraciones de datos siempre ha estado vinculado al espionaje en cualquiera de los ámbitos que se efectuaba. Desde antes de la irrupción de internet en el mundo, esta práctica estuvo limitada a la duplicación de documentación y al uso de microcámaras, en costosos operativos que implicaban el rastreo de archivos en arriesgadas misiones. Con la implementación de la informática en todas sus variantes y los sistemas en red que vinculan a las distintas organizaciones, el espionaje y la filtración de datos se hizo cada vez más accesible, sin que por esto deje de ser, como se la ha definido, un incidente de seguridad en que usuarios internos malintencionados o atacantes externos obtienen acceso no autorizado a datos confidenciales o información sensible que puede llegar a ser desde una simple historia clínica, información de identificación personal, información financiera o documentos de Estado, como ha ocurrido en este caso en EEUU. Con este hecho ha quedado demostrado que ni las potencias más grandes del mundo están a salvo de sufrir este flagelo que amenaza a la humanidad con una autodestrucción basada en la desaparición de la privacidad en todos los órdenes.
La creación de sistemas aislados o privados en el que cada nación sea custodia de la información calificada que posee y también de la información personal de cada individuo, es la única solución posible a esta invasión que desconoce fronteras y que es capaz de revelar los más ocultos datos de una persona o de una organización. Actualmente nadie puede escapar a que terceros manejen sus datos tanto en el plano doméstico como en el profesional.