Nuestro país tuvo un récord de producción eléctrica limpia el año pasado, con el aporte de las centrales nucleares al Sistema Argentino de Interconexión. Este crecimiento se logró gracias a los altos factores de disponibilidad de las centrales Atucha I y II, y sin Embalse, actualmente paralizada hasta 2018, a fin de actualizarla para prolongar su vida útil.

Según la operadora Nucleoeléctrica Argentina, el año pasado la energía nuclear evitó la emisión a la atmósfera de cuatro millones de toneladas de CO2, reduciendo en un 8,5% las emisiones contaminantes de la generación eléctrica, o un aumento de 12,9% de las emisiones evitadas en ese lapso, con respecto a 2015.

El fortalecimiento de la generación nucleoeléctrica, que aumentará cuando la central de Embalse vuelva al sistema, es parte de la política de generación no contaminante que incluye proyectos en marcha -incluso en San Juan- de energía solar, eólica y geotérmica.

El aporte de energía verde argentina se incrementará con fuentes renovables propias, cumpliendo con los acuerdos internacionales para reducir la contaminación de efecto invernadero.