El ataque sufrido por Christoffer Persson, el turista sueco que fue baleado al intentar robarle su celular mientras se dirigía con su novia a un hotel céntrico de la zona de San Telmo en vísperas de Año Nuevo, no sólo hizo que este hombre perdiera su pierna derecha, al tener que amputársela para salvar su vida, sino que se trata de un hecho delictivo que deja muy mal parada a la seguridad que se ofrece en la capital de nuestro país y que, consecuentemente, afecta todo intento de promoción turística, al hacer que la Argentina forme parte de los países con riesgo para ser visitados.


Hace poco más de un año un hecho similar se produjo en la zona de La Boca, dando lugar al polémico caso Chocobar. Fue el 8 de diciembre de 2017, cuando el turista norteamericano Frank Joseph Wolker debió ser trasladado de urgencia al Hospital Algerich debido a que había recibido varias puñaladas en un intento de robo. En esa ocasión, el delincuente fue baleado por el policía bonaerense Luis Chocobar, generándose un gran revuelo entre quienes avalaron la forma de actuar del efectivo policial y quienes sostenían que nunca debía haber disparado durante la persecución.


Ahora se renueva una vez más la discusión sobre cuál es la forma adecuada de combatir estos hechos delictivos, que se han hecho muy frecuentes en las principales capitales del país. En este marco el Ministerio de Seguridad acaba de anunciar la decisión de adquirir unas 300 pistolas de tipo Taser, que no son letales y que sirven para interceptar y detener a delincuentes en espacios públicos como pueden ser los aeropuertos, estaciones de trenes o de ómnibus o, simplemente, en las calles o espacios verdes.


Cualquiera sea la forma, lo importante es otorgar a la gente la mayor garantía de que podrá circular libremente, sin el temor de ser atacado. Para eso hace falta un mayor despliegue de efectivos en los lugares más críticos y una más efectiva tarea de inteligencia, para ejercer un mayor control sobre personas sospechosas o con antecedentes.


La ciudad de Buenos Aires recibe por año cientos de miles de turistas que provienen de todas partes del mundo y que suelen ser el principal objetivo de delincuentes que ven en ellos la posibilidad de sustraerles desde dinero en efectivo hasta relojes o electrónicos. Las zonas donde se cometen habitualmente estos robos están localizadas por las fuerzas de seguridad, por lo que se debe ejercer mayor control sin temor a que la presencia policial pueda molestar, ya que esa sensación de vigilancia otorga confianza, especialmente a los extranjeros.