El polémico cierre de las exportaciones de carnes por 30 días con el propósito de bajar los precios en el mercado interno es volver a medidas que ya fracasaron debido a un diagnóstico equivocado, y sólo logra la reacción del campo achicando la producción por el desaliento de la decisión oficial. Además, con una grave secuela si el país pierde mercados externos por incumplimientos en envíos puntuales. Se suman los cierres de la cadena exportadora con miles de trabajadores afectados.
Las exportaciones son el alma del crecimiento al motorizar el aparato productivo con alto valor agregado y el ingreso de divisas vitales para sostener el grave desequilibrio financiero del Estado. La experiencia recuerda que ningún rubro por sí solo hizo bajar los precios de los alimentos y lo vemos en el encarecimiento de huevos, lácteos, frutas y verduras en un 8,6% en el Gran Buenos Aires, donde se tomó la referencia del 6,8% del aumento de los cortes de carne, para decretar el cierre exportador.
Es difícil controlar los precios de insumos básicos, frenando a un solo sector, ni poniendo parches mediante convenios para ofrecer unos pocos alimentos por un tiempo. Lo que golpea realmente al bolsillo es la inflación descontrolada con metas fiscales incumplibles como el 29% previsto en la Ley de Presupuesto 2021, y éste debería ser el objetivo de la política económica frente a la escalada de precios.
No queda otro camino que la productividad para aumentar la oferta exterior y así alcanzar una estabilidad. Si la referencia es la carne, fue con la liberación de exportaciones en 2017 que se exportaron 900.000 toneladas, un récord histórico con el ingresos de 2.500 millones de dólares, a pesar de la caída en el mercado internacional por una década de deserción aprovechada por Brasil, Uruguay y Paraguay para cubrir las compras de quienes fueron nuestros clientes tradicionales. En ese cepo, de 2006 a 2015, Argentina perdió ingresos por 10.000 millones de dólares.
Los vaivenes aduaneros, según la política de turno, hacen perder credibilidad a la oferta argentina en la demanda externa y hasta pueden aparecer conflictos diplomáticos si los cupos de exportación pactados se interrumpen intempestivamente. Ninguna política intervencionista es exitosa y menos con recetas que han fracasado con idéntica intención populista. Fue Néstor Kirchner quien manipuló las ventas externas de carne para favorecer al consumidor local y no lo consiguió. Y un país sin previsibilidad exportadora nunca logrará acuerdos internacionales y tampoco divisas.
