Hacer caer la página web del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) saboteando servidores internos en los que se procesa la información, como consecuencia de un reclamo gremial, es un hecho de suma gravedad al que le debería corresponder una dura sanción por parte no solo de la repartición perjudicada, sino de la Justicia. Este hecho tuvo lugar hace unos días en el marco del enfrentamiento entre las autoridades del Indec, encabezadas por Jorge Todesca, y empleados de planta permanente y contratados agrupados en la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). Los agentes públicos reclaman una serie de mejoras salariales, entre ellas el pago de horas censales, algo que para los funcionarios es infundado por no haberse estado trabajando en función de un posible censo nacional. 


El increíble sabotaje al que recurrieron los empleados para expresar su descontento, y que ocasionó un serio perjuicio para el organismo nacional encargado de medir el costo de vida, aumentos de precios y otras tantas variables vinculadas a la evolución de la economía, fue denunciado de inmediato por el Departamento de Asuntos Jurídicos del Indec, iniciando una acción penal en la Seccional 2da de la ciudad de Buenos Aires.

También se elevó el caso ante el Ministerio de Trabajo, esto último con el objeto de iniciar la tramitación para que la organización sindical pierda su representación gremial en ese ámbito. 


Es inconcebible que los reclamos sindicales no midan las consecuencias de algunas prácticas que responden a acciones arcaicas ya desechadas en el mundo actual. No todo debe hacerse por la fuerza desconociendo los derechos, la investidura y la inviolabilidad que le corresponde a un edificio o repartición pública. El sabotaje a un sistema informático representa un delito grave, especialmente si la información que contienen los servidores pertenecen al ámbito del Estado nacional, en definitiva a todo el pueblo argentino. 


La Justicia debería ser implacable con este tipo de acciones y encargarse de que las sanciones correspondientes sean muy duras y ejemplares, y difundirlas para que toda la comunidad comprenda la osadía y gravedad con la que se ha actuado.