El crónico enfoque tributario que para diferentes gobiernos tienen las actividades productivas, y más si alcanzan a los mercados externos por la captación de divisas, ha sido un desaliento para las empresas de desarrollo de sistemas y plataformas digitales porque la Argentina es el único país en el mundo que aplica retenciones a las exportación de la inteligencia aplicada en la innovación.
Con la eliminación de ese agravio fiscal, a partir de 2022, las firmas de biotecnología, de desarrollos digitales, fintech, y de servicios profesionales y de diseño, entre otras especialidades, podrán dar un salto de competitividad internacional en el exclusivo mercado de la industria del conocimiento. Y será para todas las firmas, estén adheridas o no, al Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento.
Las alícuotas venían variando desde el 11% al 7%, hasta el año pasado en que el sector adherido tributaba un 5%, quedarán eliminadas a partir del año que viene cuando comience a regir la alícuota cero. Es importante señalar que las empresas de servicios tecnológicos conforman el segundo complejo exportador nacional, después del oleaginoso-cerealero.
La exportación de bienes y servicios de la economía del conocimiento el año pasado fue por 5.700 millones de dólares a través de productos de alto valor agregado y comercializados principalmente en los EEUU y la Unión Europea, a pesar de las dificultades financieras agravadas por las retenciones y la paralización obligada por la pandemia.
Precisamente, como consecuencia de la crisis sanitaria, el proceso de digitalización global tuvo una gran expansión y para la Argentina se le abrió una gran oportunidad para ubicarse en el exclusivo mercado de esos servicios tecnológicos. Las empresas locales de informática, software, programación, servicios profesionales y diseño, entre otros, son generadoras de mano de obra altamente especializada, por lo que no deben desaprovechar este momento.
En el país existen 11 unicornios, o empresas generalmente surgidas de jóvenes emprendedores a partir de una idea de base tecnológica, que son atendidas por pymes y proveedores de productos y servicios. A la vez este sector provee a las industrias tradicionales, por ejemplo la automotriz, donde el valor de una unidad tiene un 80% de electrónica y software, surgido de la economía del conocimiento.
Es decir, de actividades intensivas en el uso de nuevas tecnologías que requieren absorber recursos humanos altamente calificados y mejor remunerados.
