La odisea que les tocó vivir a los 933 migrantes, que hace unos días no pudieron bajar de su embarcación en Italia ni en Malta, por negativa de los respectivos gobiernos, y que los obligó a navegar sin rumbo por el Mediterráneo hasta que el gobierno español resolvió aceptarlos, refleja la dura realidad a la que se enfrentan estos grupos que salen desesperados de sus países, en busca de nuevas oportunidades, hacia sitios donde prevalezca la paz y se les otorgue mejores condiciones de vida.

La tripulación del Aquarius que estuvo navegando sin rumbo por las aguas del Mediterráneo.


Estos movimientos migratorios llevan ya varias décadas, pero fue en estos últimos siete años en que se intensificaron, motivados por el agravamiento de conflictos bélicos y de la situación económica de cada uno de los países de origen.


Si bien el problema de los refugiados y desplazados es global, hay zonas más afectadas que otras como los países de la Comunidad Europea a donde a diario llegan miles de migrantes, que ingresan ilegalmente para intentar establecerse y forjar una nueva vida alejados de focos de conflicto que llegan al extremo de no dejarlos vivir tranquilamente ni dignamente.


Durante 2017, y por quinto año consecutivo, el número de refugiados que se movilizaron en todo el mundo fue récord, al alcanzar los 68,5 millones. Se calcula que todos los días más de 44 mil personas salen de países que están en guerra, que tienen convulsiones internas o se practica la limpieza étnica. En su gran mayoría los refugiados son sirios que escapan de un país atrapado en una sangrienta guerra que ya lleva siete años. También huyen de Libia, donde Europa y EEUU propiciaron la caída en 2011 del dictador Muammar Khadafi, pero desaparecieron a la hora de ayudar a ese pueblo a construir su futuro. Por acuciantes problemas económicos también hay oriundos de los Balcanes, Kosovo y países africanos. Como puntos conflictivos más graves se destaca la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y la limpieza étnica a los rohingya en Myanmar. Desde donde también hay un gran movimiento de desplazados, es de Colombia y Venezuela, en Sudamérica, por problemas de inestabilidad política y económica.


La solución a este fenómeno debe ser abordada por todos los países desarrollados, que puedan sentirse avasallados, a través de un programa o un compromiso histórico que apunte a desalentar los fundamentalismos o el terror que nace en los lugares de origen de las corrientes migratorias. De no ayudar la comunidad internacional a solucionar los problemas que originan las migraciones, estas continuarán y no habrá forma de detenerlas. El Pacto Mundial sobre Refugiados, que prevé implementar la Asamblea General de la ONU, que incluiría fondos para combatir las causas del desplazamiento poblacional, puede llegar a ser una solución a este conflicto.