El clima de verdadera democracia en que se desarrollaron las ceremonias de juramento y de toma de posesión del mando en el Congreso de la Nación y la Casa Rosada, respectivamente, fue un ideal porque Alberto Fernández inauguró un acontecimiento institucional prácticamente desconocido por las nuevas generaciones, lo que fortalece el espíritu republicano y la convivencia política. No hay antecedentes históricos en lo que va de este siglo de un cambio de mando de opuestas concepciones partidarias que se haya realizado impecablemente sin que varíen las posiciones ideológicas.


Hubo modestia y buena voluntad del nuevo Presidente al señalar con humildad que "quisiera que se nos recordara porque logramos volver a unir la mesa familiar, por haber sido capaces de superar la herida del hambre, por haber superado la lógica perversa de una economía que gira alrededor de la desorganización productiva, la codicia y la especulación", metas que implican tremendos desafíos pero factibles de obtener si se gobierna con coherencia ante la realidad del país.


Merece destacarse la formación de equipos multidisciplinarios para hacer frente a los principales problemas, de manera que sus conclusiones sirvan de base a políticas de Estado para que trasciendan los períodos gubernamentales. Será la manera estructural de que persistan en el tiempo las correcciones que impidan caer en los ciclos de crisis que son una constante en la Argentina.


No exageró Fernández al señalar que el país se encuentra en una situación de virtual default y afirmó la voluntad de su Gobierno de cumplir con los compromisos asumidos, aunque no tiene medios para hacerlo porque para ello se debe crecer primero, de manera que las urgencias sociales son prioritarias. Conseguir que el FMI aplace por dos años el reembolso para dedicar esos 24 meses a recuperar la estabilidad y el crecimiento, son proyectos relacionados con la atención de los carecientes.


La reforma de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) para que los fondos reservados pasen a solventar el plan de lucha contra el hambre, ha sido un anuncio loable tanto por el fin social como por la oscuridad en que se mueven los servicios de inteligencia. También hay otras dependencias que se manejan de esa forma y es de esperar que también a ellas llegue la luz para conocer funciones y gastos.


De lo contrario el crecimiento del gasto y el impuesto inflacionario, producto de la emisión monetaria, romperán el más cuidado presupuesto.