El "Libro de Estilo de la Lengua española", que acaba de publicar la Real Academia Española con las actualizaciones que impone la dinámica del segundo idioma más hablado del mundo, ha rechazado por innecesarias las variables que han aparecido en América latina para incluir el género masculino y femenino en su formulación.


La institución que regula la autenticidad de nuestra lengua se opone terminantemente al uso del llamado lenguaje inclusivo con las diferentes variables para incluir el género masculino y femenino en su formulación, por ejemplo el uso de "todes", "todxs" o "tod@s", tal como en nuestro país se comienza a subvertir el léxico, incluso en algunas aulas por parte de profesores de Lengua que se consideran pioneros en este disparate idiomático.


Tal como lo expresa Darío Villanueva, director de la RAE el problema es confundir la gramática con el machismo. Y tiene razón ya que el género masculino de las palabras, por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos y por ello no hay razón para pensar que el género masculino excluya a las mujeres en tales situaciones.


Esto es muy diferente al uso de modismos que han sido aprobados, como "tuit", "youtubero" o "guasap" para manejarse en las redes, de la misma forma de utilizar la expresión de "pirata informático" en lugar de "hacker". Y también la acepción de nuevas terminologías vinculadas a los contextos digitales, por ejemplo las abreviaturas como "tqm" (te quiero mucho) entre otras ya popularizadas en los mensajes de texto.


El problema es la supuesta feminización ideológica que cae en el ridículo. Si bien históricamente el lenguaje marginó a la mujer porque estaba ausente en muchas actividades sociales, el propio idioma le fue dando su lugar con herramientas gramaticales inclusivas. Una jueza, una jugadora, o una conductora, no dan lugar a confusiones en cuanto a sus actividades, para citar ejemplos.


Por eso se debe separar la evolución natural del lenguaje tutelada por la RAE de la incultura utilizada como arma política, caso del estallido de feminismo en las movilizaciones por la identidad de género, toma de colegios, por el aborto y demás protestas impulsadas por sectores de la izquierda combativa en la Argentina.


El fracaso del lenguaje inclusivo en otras lenguas ha sido rotundo por la resistencia de la propia comunidad. En Francia el rechazo se generaliza, en Rusia el debate es irrelevante y en EEUU nadie lo intenta porque el léxico es uno sólo. El absurdo está en hispanoamérica.