La decisión del presidente Alberto Fernández de no concurrir al partido final del Mundial de Qatar, en el que la Selección argentina se consagró campeona del mundo tras enfrentar a Francia, no tiene que haber sido nada fácil. El rédito político que le podía otorgar su presencia en aquel país de Oriente medio ya estaba eclipsado por el desempeño del equipo argentino, que por más que ganara o perdiera, había conseguido la aprobación popular de todo un país. Por estos días, el pueblo argentino está encolumnado detrás de los colores celeste y blanco, sin ningún tipo de "grieta" que lo divida, sólo alentando a un equipo ejemplar, tanto por su técnica de juego como por los valores sociales y morales que transmite casi naturalmente.
El resto de los representantes de la clase política, más allá de algunas expresiones propias del triunfo conseguido, se han mantenido al margen de grandes exteriorizaciones. Es que no hubo lugar para ellos ni correspondía que participaran de un proceso en el que el seleccionado ha venido trabajando, de una manera que el país debería emular, es decir con seriedad, respeto y el convencimiento de que ese es el camino correcto.
"La Scaloneta" ha dado un gran ejemplo de cómo se debe trabajar desde la humildad; el esfuerzo; la perseverancia y la entrega total para alcanzar un logro, que en este caso es estrictamente deportivo, pero que indirectamente es un mensaje para las clases dirigenciales de cómo se debe proceder en un país para forjar un futuro de desarrollo y crecimiento.
La Selección también ha hecho comprender que todos los miembros de la sociedad son importantes. Así como Leonel Scaloni tenía en Messi y un par de jugadores más, fundadas esperanzas de alcanzar el triunfo, el equipo estuvo integrado por otras tantas figuras que también hicieron su aporte. Cada uno colaboró como pudo, pero demostrando que los grandes objetivos se consiguen en forma grupal y no individualmente.
La decisión del Gobierno nacional de disponer feriado para recibir a la Selección no fue una medida acertada. Está bien que el pueblo festeje, pero se puede hacer sin perjudicar la normal actividad del país. Una vez más la política intentó inmiscuirse con una acción que la propia gente no compartió en su totalidad. Inteligentemente en San Juan el gobierno local no adhirió al feriado. No estaba justificado especialmente por la lejanía del epicentro de la celebración, en los alrededores del Obelisco porteño.
Hasta ahora la Selección, sin necesidad de incursionar en el terreno político, ha alcanzado su máximo objetivo y esto es muy meritorio. Cada uno de nosotros debemos hacer lo que nos corresponde. Nunca más vigente la célebre frase del ex presidente Juan Perón respecto al aporte que debe hacer cada uno: "Por lo menos cada argentino tiene que producir lo mismo que consume". Una forma de honrar la Selección y de forjar un país distinto.
