El modelo transformador iniciado en Arabia Saudita, a fin de diversificar los sectores productivos para terminar con la subsidiaridad del petróleo, una industria clave en la riqueza del país que ha comenzado su decadencia por el agotamiento de los hidrocarburos y el avance de las energías alternativas, también incluye a la religión. Los cambios implementados son políticos con medidas de alto impacto, como permitir a las mujeres conducir vehículos y asistir a espectáculos en estadios, dos conquistas femeninas obtenidas en septiembre pasado. Todo esto en el marco del Plan "Visión Saudí 2030'' a cargo del joven príncipe heredero.


Mohamed bin Salman tiene 32 años y busca ubicar a esa nación en el contexto internacional que ha declarado la guerra al extremismo, con resultados exitosos contra el Estado Islámico, aunque la derrota al fallido califato desató atentados en el mundo occidental con crecientes amenazas de muerte, como las últimas de dar un golpe para el Mundial de Rusia 2018 eligiendo de víctimas a Messi y Ronaldo. Al hablar en Riad sobre los drásticos cambios que pretende imponer, el príncipe señaló la necesidad de tener una religión moderada que signifique tolerancia y bondad, con la idea de "destruir al extremismo muy pronto'', según afirmó.


El giro histórico que pretende cambiar la estructura de uno de los países más ricos del mundo y abarca a una cultura con costumbres ancestrales muy firmes en el mundo musulmán por las desviaciones del islam que dan lugar al fanatismo religioso. En el caso saudí la apertura implica enfrentar a los poderosos religiosos que forman parte del poder gubernamental, aunque Salman aboga por volver a lo que era antes el islamismo con tolerancia hacia quienes profesaban otros credos.


Por ahora se han flexibilizado las imposiciones islámicas, como retirar de las calles a la implacable policía religiosa encargada de hacer respetar la segregación de sexos, mientras se busca quebrar la resistencia de los dignatarios religiosos aferrados a la estricta letra del Corán. La transformación está en marcha, pero el tema económico preocupa más a los saudíes que el doctrinario, ya que viene el fin de la enorme subsidiaridad originada en el petróleo y el costo de vida explotará tras la venta del 5% de la petrolera estatal, la mayor del mundo.