La calidad del agua potable es preocupante en todo el mundo, sin distinción de países desarrollados o emergentes, por su relación con la salud de la población. Por ello las políticas bromatológicas son cada vez más estrictas frente a factores de riesgo como agentes infecciosos, químicos tóxicos, contaminación radiológica y últimamente atentados terroristas. 


Por eso toda gestión inherente al agua que consume la población es de carácter preventivo siguiendo guías internacionales dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las de cada país, en nuestro caso el Código Alimentario Argentino, las habilitaciones del Senasa y las normas internas de cada jurisdicción como las establecidas en las operaciones de Obras Sanitarias Sociedad del Estado (OSSE) en San Juan. 


Teniendo en cuenta estos resguardos, resulta inaudito que centenares de vecinos de Caucete se hayan intoxicados al beber agua contaminada con bacterias coliformes y de escherichia coli, según las estimaciones del Hospital César Aguilar. Lo grave es que se rompió una bomba dosificadora de cloro y el personal recién se dio cuenta del problema dos días después, una inoperancia que atañe al jefe de la planta, Oscar Silva, y a ocho empleados todos sumariados. 


El servicio para consumo humano se potabiliza en Caucete a partir de la toma de agua del río que llega por canales y perforaciones para reforzar la dotación. En ambos casos se requieren análisis puntuales para determinar el grado de purificación necesario y por ello el personal debe cumplir una tarea con gran conocimiento y honestidad profesional para dar garantía absoluta del suministro. 


Incluso ayer, a casi una semana del desperfecto en la planta, que ningún empleado observó, todavía no es confiable el agua en Caucete, porque se están realizando trabajos de purga de cañerías. Por eso OSSE recomendó hervir 15 minutos el líquido elemento, antes de consumirlo. 


El caso caucetero plantea interrogantes acerca de la confiabilidad del suministro en toda la provincia, en particular de la calidad del agua en pequeñas poblaciones donde los controles se relajan, y en la gente surge el mito de la "contaminación minera''.