El ingeniero industrial Francisco Sagasti Hochhausler, un parlamentario centrista titular del Partido Morado, ha sido nombrado presidente interino de Perú en busca de superar una de las peores crisis institucionales de ese país, agravada en los últimos días por las violentas manifestaciones callejeras fuertemente reprimidas, en una serie de protestas contra la clase política con un saldo de dos muertos y numerosos heridos.


Se trata del tercer mandatario que asume en el país prácticamente en una semana y su mandato se prolongará hasta julio de 2021, cuando tome posesión el ganador de las elecciones generales previstas para el 11 de abril próximo, con la esperanza de mantener en calma a la estructura republicana permanentemente amenazada por los conflictos de poder. Sagasti, de 76 años, fue elegido por el Parlamento por 97 votos a favor, cuando necesitaba sólo 60, según el proceso de sucesión presidencial establecido por la Constitución.


El político de centro-derecha y profesor universitario fue consejero técnico del Banco Mundial y tiene ideas claras sobre las medidas necesarias para pacificar el país y volver al crecimiento económico, pero aún con el apoyo legislativo obtenido, su tarea no será fácil porque sabe que su gobernabilidad será carente de legitimidad. La crisis política peruana es muy profunda, y la señala los cuatro presidentes de la Nación en dos años.


El colapso institucional es muy grave y responde a la descomposición de un sistema representativo de partidos que viene de hace dos décadas con la incapacidad de articular agrupaciones sólidas y el fomento del caudillismo local, como consecuencia de una cuestionada reforma para elegir gobernadores regionales que terminó con la fragmentación de las agrupaciones políticas, la creación de partidos personalistas y el oportunismo de muchos de sus dirigentes, según los analistas locales.


Se suma al conflicto un sistema de gobierno que en un intento de equilibrar el poder del Congreso y del Ejecutivo en la práctica avivó el conflicto entre ambos poderes del Estado. Es así que Martín Vizcarra, destituido el 10 de este mes, fue el primer presidente que gobernó sin una bancada parlamentaria en 40 años, un hecho insólito en los mecanismos de la democracia moderna.


Todo son parches en un sistema político quebrado por una crisis de representación institucional y corrupción endémica, sumado a la pandemia con secuela económica.