Toda institución u organización social que emplee la inteligencia y la mano de obra del hombre en función del bien común, debe establecer la forma de cómo humanizar las condiciones laborales a fin de garantizar la dignidad del trabajador sustentada en un justo equilibrio entre el salario y su desempeño.

En nuestra estructura republicana, históricamente tanto el Estado como las organizaciones vinculadas a la productividad y la Iglesia siempre han buscado los mecanismos para que en todo ámbito de la sociedad se cumpla con la premisa de que en las distintas ocupaciones laborales no se afecte la dignidad de quien se desempeña de manera de que el ser humano se realice plenamente a través de su esfuerzo como parte de una sociedad justa.

Por otra parte, la dignidad humana está en línea con el bien común de igual forma que el trabajo lo está con la vida del hombre en sociedad, por ello, es fundamental considerar que el ser humano no debe someterse al trabajo, sino que éste debe estar al servicio de él. 

Al colocar de relieve que la actividad laboral debe servir al verdadero bien y por ende a la sociedad, es de observar que los jóvenes que apenas consiguen ingresar al mundo productivo o que los desocupados y los que lo sufren en contextos de su reserva, deben asimilar las diversas crisis que en este carácter soportan quienes se orientan a crear las condiciones óptimas que le signifique a cada persona una ocupación gratificante. 

El concepto del trabajo no debe estar atado a los procesos industriales sino principalmente a la consideración de que este debe ser concebido en un esquema en el cual el hombre somete esa actividad de esfuerzo a su propio empeño por lograr de él su máxima expresión de voluntad. De esta manera se podrá entender por qué se relacionan en el mismo hombre el concepto de dignidad y el de trabajador.

En una democracia el aporte a la sociedad siempre será desde esa perspectiva que reivindica no sólo al trabajador sino que además permite a todos los ciudadanos poder vivir honradamente haciendo del trabajo el fundamental factor para el desarrollo gracias al aporte y al esfuerzo que gratifican al crecimiento de una comunidad.