El Banco Central de Alemania, el Bundesbank, admitió esta semana que el país se encamina hacia una recesión técnica y esta parálisis de la primera economía europea podría extenderse al resto del continente si no se adoptan urgentes medidas de contención. Se trata del impacto del comercio mundial que se deteriora por los riesgos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, más el agravante del Brexit.


Ante esta alarma, gobiernos y bancos centrales europeos preparan estímulos para evitar caer en recesión a partir del tercer trimestre, mientras Alemania ha señalado que está preparada para inyectar 50.000 millones de euros en su economía y en el Banco Central Europeo debaten acerca de disponer de una serie de medidas a partir de septiembre venidero. Frente a este sombrío panorama, los inversores tratan de descifrar si las luces de alarma son señales pasajeras o el preludio de un colapso financiero.


Los economistas y la gente en general tratan de interpretar el alcance del mensaje oficial alemán cuando expresa que "el desempeño de la economía podría volver a declinar ligeramente'', una forma de evitar el pánico de ahorristas e inversores, pero lo cierto es que en Berlín el clima está enrarecido por el freno de las industrias y las tensiones comerciales que llevaron a un retroceso de la economía germana en el trimestre pasado.


La poderosa industria del automóvil de Alemania arrastra a todo el sector fabril, por dos factores determinantes, la caída de las exportaciones de vehículos de alta gama demandados en el exterior y las nuevas restricciones sobre la utilización de motores diesel por ser altamente contaminantes. Esto obligó a paralizar plantas y adelantar proyectos sustitutos con motorizaciones amigables con el medio ambiente. A la preocupación de Alemania se suma el estancamiento de Italia, también altamente dependiente de las exportaciones fabriles, estancadas por el deterioro mundial de los mercados.


Los analistas aún no determinan los alcances de las señales de alarma de Alemania y la proyección europea, pero de lo que no hay dudas es sobre el mal desempeño de la zona del euro. Los últimos informes del Bank of America y de la consultora Merrill Lynch coinciden en señalar el aumento de la incertidumbre, con malos datos económicos, más señales de deterioro y preocupación política a nivel mundial y nacional. Una tormenta perfecta.