Los territorios de ultramar del Reino Unido fueron excluidos del post Brexit en la negociación de la Unión Europea con el Gobierno inglés por lo cual no habrá ninguna preferencia arancelaria ni exenciones o beneficios comerciales, impositivos y aduaneros como gozan hasta ahora. En adelante cada posesión británica que desee comercializar en el mercado comunitario lo deberá hacer como cualquier otra nación mediante convenio bilateral.
La decisión de la UE incluye a las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, es decir los territorios usurpados por los ingleses en el Atlántico sur y reclamados por la Argentina con pronunciamientos de descolonización firmes de las Naciones Unidas y de foros internacionales donde las razones históricas y geopolíticas argentinas han tenido amplio apoyo. Tal vez, sin quererlo, el respaldo europeo a nuestros derechos soberanos, sea el más significativo por las consecuencias del post Brexit.
El acuerdo comercial de la UE y Londres para las relaciones a partir del 1 de enero próximo es un duro golpe para la economía malvinense tanto porque le cierra las puertas a un mercado de 450 millones de consumidores, a menos que establezcan convenios con cada uno de los Estados miembros pagando tasas del 6 al 18% para colocar la pesca y la producción ovina. La disposición también podría afectar los ingresos por licencias de pesca a naves extranjeras que representan el 50% de la recaudación fiscal anual.
El primer ministro Boris Johnson intentó por todos los medios políticos y diplomáticos salvar los territorios de ultramar de la exclusión comercial, pero no pudo. Por eso envió un mensaje a los isleños del Atlántico Sur con la seguridad de que Londres no los va a abandonar y buscará la forma de compensar las pérdidas de sus ingresos por la caída de las privilegiadas exportaciones a Europa.
La lectura política argentina del post Brexit y la exclusión de los territorios británicos de ultramar se centra en un posible respaldo al reclamo de la soberanía, recordando las antiguas abstenciones europeas al votarse la descolonización en los foros multilaterales. En realidad esto va mucho más allá de un objetivo puntual porque son los primeros pasos de una nueva relación transatlántica que espera el gobierno de Bruselas cuando asuma Joe Binden y se avance decididamente con el Mercosur y otras asociaciones estratégicas en Latinoamérica y el Caribe.
En definitiva ni la política ni la diplomacia son más contundentes que la economía a la hora de poner las cosas en su lugar.
