Tanto los especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como en diferentes analistas científicos de la actual crisis sanitaria, coinciden en que las pandemias serán una constante amenaza futura, aunque nadie puede determinar cuándo sucederán. Por ello es necesario acordar un instrumento legal para hacer frente a las nuevas emergencias, de acuerdo a la experiencia dejada por el covid-19.

Las consecuencias humanas, sociales y económicas que sacuden al mundo desde la aparición del coronavirus, hace dos años, y que están lejos de acabar si se tiene en cuenta los rebrotes en el hemisferio norte, junto a las variantes de cepas cada vez más letales, requieren un tratado de gestión de los 182 estados miembros del organismo internacional de las Naciones Unidas destinado a la salud.

Entre las ideas de la OMS están las de crear mecanismos para asegurar el cumplimiento de las nuevas regulaciones por parte de los diferentes países, y exigir evidencia científica para justificar medidas que controlen el tránsito y el comercio internacional. Además, se buscará reforzar el poder de intervención de la Organización para acceder a todas las fuentes posibles de información sobre brotes epidémicos y obligar a los países a que acepten las misiones científicas que se envíen al lugar.

La OMS espera poner en marcha en marzo la nueva política sanitaria global pero no será fácil implementarla a pesar de que todos los gobiernos reconocen la necesidad de contar con un mecanismo para hacer frente a las pandemias. Las negociaciones sin duda generarán tensiones geopolíticas cuando la coordinación y la colaboración internacional choque con sus intereses, soberanía o sistema gubernamental.

La elección del origen de las vacunas contra el covid-19 se sustentó en las ideologías, la distribución fue digitada, y China todavía no permite una verificación internacional para conocer el origen del actual SARS-CoV-2, y es reacia a facilitar los estudios científicos destinados a identificar el virus que cambió la vida del planeta. Estos ejemplos son conocidos.

Lo cierto es que hemos visto en estos dos últimos años la falta de solidaridad y cooperación en cuanto al acceso de los países de menores recursos a los principales instrumentos para afrontar la pandemia, caso de vacunas, test, tratamientos y otros insumos y equipos originados en las naciones desarrolladas.

Concebir un plan mundial contra futuras pandemia es fundamental. El problema es concretarlo con eficiencia y equidad.