La región del Amazonas es la más sensible para conocer el comportamiento del calentamiento global y el deterioro de los ecosistemas que compromete la existencia de toda forma de vida. El mundo científico observa con detenimiento la región y proponer alternativas de solución para frenar un colapso mediante soluciones urgentes y drásticas. En este contexto un nuevo estudio acaba de revelar la pérdida de 350 kilómetros cuadrados promedio de agua dulce superficial cada año.
El análisis se basa en un seguimiento durante los últimos 33 años de las imágenes de los satélites Landsat, confirmándose una correlación directa entre la pérdida de la superficie del agua en la Amazonia y las intervenciones humanas como las represas hidroeléctricas, las grandes obras de infraestructura y la enorme deforestación para aprovechamiento de los bosques naturales y la ampliación de la frontera agrícola.
Se trata de un ataque directo a la mayor biodiversidad y a la dinámica natural de la Tierra en esta vasta región de 7 millones de kilómetros cuadrados que ya está desestabilizada en la parte central y septentrional de América del Sur, incluyendo a la selva tropical y al mayor río del mundo. Se calcula que el 60% de todas las especies del planeta habitan en la selva amazónica y un 30% de estas especies aún es desconocido para la comunidad científica.
La importancia de la región reside en su capacidad para regular tanto la temperatura como la humedad del ambiente, estrechamente ligados a los ciclos hidrológicos. Esta selva tiene una reserva de 140 mil millones de toneladas métricas de carbón, cuya liberación a la atmósfera podría acelerar el cambio climático drásticamente. Por ello la Amazonia se posiciona como uno de los mayores reguladores del clima de nuestro planeta: es el gran pulmón de la Tierra.
El colapso avanza rápidamente sin una intervención internacional para controlar los proyectos de aprovechamiento económico que responden a políticas carentes de sustentabilidad e impulsadas por negocios multimillonarios. Sin embargo es un patrimonio de toda la Humanidad ya que representa la mitad de la selva tropical del mundo, que alberga a un tercio de las especies de la Tierra.
Existen sobrados motivos para que el tema sea tratado a nivel por los organismos internacionales y más ahora que el Gobierno de Brasil ha flexibilizado las medidas proteccionistas ante las presiones de las compañías agropecuarias que impulsaron a Jair Bolsonaro a la presidencia de ese país.
