Las exportación de mosto concentrado de uva cerró 2019 con ventas externas estimadas en unas 140.000 toneladas, equivalentes a 155 millones de dólares, lo que representa un liderazgo mundial y por ende la gran posibilidad de ampliar los mercados aunque los costos internos, las excesivas cargas fiscales y la ausencia de reglas claras a largo plazo siguen como obstáculos para asumir nuevos compromisos internacionales.

La elaboración de mosto concentrado se centra principalmente en San Juan y Mendoza como una típica industria de las economías regionales y es diversificadora de la vitivinicultura en general para sostener una actividad con desequilibrios propios de cada vendimia frene al mercado. Es que el mosto concentrado tiene múltiples aplicaciones en la industria de la alimentación, desde golosinas hasta los panificados.

Además de la demanda interna se suman las de Estados Unidos, Japón, Sudáfrica, Canadá, Chile, Turquía, Rusia, Países Bajos, España, China, México y Colombia, pero también han surgido oportunidades de sumar a clientes del Sudeste Asiático y Medio Oriente, según la Cámara Argentina de Fabricantes y Exportadores de Mosto. Ante este panorama parecería una obviedad no aprovechar la oportunidad que brindan los ávidos consumidores, pero no es fácil porque estamos sujetos a nuestros vaivenes económicos.

Las normas internacionales son rigurosas y para cumplir en tiempo y forma con los importadores la industria local requiere créditos, reglas claras a largo plazo, no como los derechos a la exportación que se impusieron de un día para otro, y el estigma de la inflación. Esto se torna tan insostenible como las cargas impositivas. Un alimento argentino tiene 40% de impuestos nacionales, provinciales y cargas municipales y esos gravámenes no se pueden exportar.

En cuanto a los insumos de la industria, el 90% está dolarizado y además de la devaluación no puede comprar dólares por lo que si una empresa naviera acepta recibir pesos impone su propio sistema de cambio absolutamente antojadizo, de acuerdo a lo declarado por los exportadores.

Es imprescindible que las autoridades apoyen la producción de mosto porque la demanda externa se mantiene constante y representa el esfuerzo de 30 pymes que compran la producción a unos 5.000 viñateros que a su vez sostienen a más de 600 familias en forma directa. Somos el país que más exporta este producto a nivel global, un liderazgo que no se debe abandonar.